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Neuromante

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Molly esperándolo, los ojos fijos en los cuchillos danzantes, sin Armitage esperándolo en elHilton con pasajes y un pasaporte nuevo y dinero. Todo era un sueño, una patética fantasía...Unas lágrimas calientes le nublaron los ojos.Un chorro de sangre brotó de una yugular en un rojo estallido de luz. Y la multitud gritaba,se levantaba, gritaba... mientras una figura se desplomaba. Y el holograma se desvanecía endestellos intermitentes...Una cruda sensación de vómito en la garganta. Case cerró los ojos, tomó aliento, los abrióotra vez y vio pasar a Linda Lee, los ojos grises ciegos de miedo. Llevaba los mismospantalones de fajina franceses.Y desapareció entre las sombras.Un reflejo puramente irracional; arrojó la cerveza y el pollo y corrió tras ella. Podríahaberla llamado, pero nunca hubiera estado seguro.Imagen residual de un hilo único de luz roja. Cemento abierto bajo las delgadas suelas delos zapatos.Las zapatillas blancas destellaban ahora cerca de la pared curva, y una vez más la líneafantasma del láser subía y bajaba delante de él mientras corría.Alguien lo hizo tropezar. El cemento le desgarró las palmas de las manos.Se revolcó en el suelo y pateó el aire. Un muchacho delgado, de pelo rubio y erizado,iluminado a contraluz, se inclinaba sobre él. Por encima del escenario una figura se volvió,cuchillo en alto hacia la multitud que lo vitoreaba. El muchacho sonrió y extrajo algo de lamanga. Una navaja, dibujada en rojo en el momento en que un tercer rayo destellaba junto aellos y se hundía en la oscuridad. Case vio la navaja que le buscaba la garganta como lavarilla de un zahorí.El rostro del muchacho se borró en una zumbante nube de explosiones microscópicas. Losdardos de Molly a veinte cargas por segundo. El muchacho tosió una vez, convulsivamente,y se desplomó sobre las piernas de Case.Case caminó hacia los palcos, adentrándose en las sombras. Miró hacia abajo, esperandover aquella aguja de rubí en su propio pecho. Nada. Encontró a Linda caída al pie de unacolumna de cemento, los ojos cerrados. Había un olor a carne cocida. La multitud gritaba elnombre del ganador. Un vendedor de cerveza limpiaba los grifos con un trapo oscuro. Juntoa la cabeza de Linda había una zapatilla blanca; se le había salido quién sabe cómo.Sigue la pared. Curva de cemento. Manos en los bolsillos. Continúa caminando. Junto arostros que no lo veían, todos los ojos levantados hacia la imagen del vencedor por encimadel ring. En un momento, un fruncido rostro europeo danzó al resplandor de una cerilla,sosteniendo entre los labios una corta pipa de metal. Relente de hachís. Case siguiócaminado, sin sentir nada.-Case. -Los espejos surgieron de una sombra más profunda.- ¿Estás bien?Algo gimoteó y borboteó en la oscuridad detrás de ella.Negó con la cabeza.-La pelea ha terminado, Case. Es hora de volver a casa.Case intentó pasar junto a ella, regresar a la oscuridad, donde algo estaba muriendo. Ella lodetuvo poniéndole una mano en el pecho. -Amigos de tus buenos amigos. Mataron a tu chica.No te ha ido muy bien con los amigos en esta ciudad, ¿no es cierto? Obtuvimos un perfilparcial de ese hijo de puta cuando te preparamos. Se cargaría a cualquiera por unos cuantosnuevos. La morena dijo que la pillaron cuando intentaba vender tu RAM. Les resultó másbarato matarla y quedarse con él. Un pequeño ahorro... Hice que el del láser me lo contaratodo. Fue una coincidencia que estuviésemos aquí, pero tenía que asegurarme. -Endureció laboca; los labios se apretaron en una línea delgada.27

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