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Neuromante

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-¿Cómo te va, Case?-Caballeros -dijo Ratz, levantando de la mesa el atiborrado cenicero con el rosado garfio deplástico-, no quiero problemas. -El cenicero era de plástico grueso y a prueba de golpes, yanunciaba cerveza Tsingtao. Ratz lo estrujó lentamente; las colillas y las astillas de plásticoverde cayeron sobre la mesa.-¿Entendido?-Eh, cariño -dijo uno de los matones-, ¿quieres probar esa cosa conmigo?-No te molestes en apuntarle a las piernas, Kurt -dijo Ratz con voz tranquila. Case miró alotro de la sala y vio al brasileño, de pie en la barra, apuntando al trío con una Smith &Wesson antimotines. El cañón, de aleación de acero, delgado como papel, envuelto en unkilómetro de filamento de vidrio, era más ancho que un puño. El cargador dejaba a la vistacinco cartuchos gruesos y anaranjados; balas subsónicas ultradensas.-Técnicamente no letales -dijo Ratz.-Eh, Ratz -dijo Case-, te debo una.El barman se encogió de hombros. -Tú no me debes nada. Éstos -y miró coléricamente aWage y a los matones- tendrían que saberlo. En el Chatsubo no se carga a nadie.Wage tosió. -¿Y quién está hablando de cargarse a alguien? Sólo queremos hablar denegocios. Case y yo; trabajamos juntos.Case sacó la 22 del bolsillo y la levantó hasta la entrepierna de Wage. -He oído que mequieres quemar. -El rosado garfio de Ratz se cerró sobre la pistola, y Case bajó el brazo.-Oye, Case, ¿qué diablos te pasa?, ¿estás loco o qué? ¿Qué mierda es ésa de que yo tequiero matar? -Wage se volvió hacia el muchacho de la izquierda.- Vosotros dos regresáis, alNamban. Esperadme allí.Case los miró atravesar el bar, ahora desierto por completo, salvo Kurt y un marineroborracho vestido de caqui que estaba dormido al pie de un taburete. El cañón de la Smith &Wesson rastreó a los dos hasta la puerta, y luego regresó para cubrir a Wage. El cargador dela pistola de Case cayó ruidosamente sobre la mesa. Ratz sostuvo el arma con el garfio ysacó el proyectil de la recámara.-¿Quién te dijo que yo iba a despacharte, Case? -preguntó Wage.Linda.-¿Quién te lo dijo, hombre? ¿Alguien trata de asustarte?El marinero gimió y vomitó explosivamente.-Sácalo de aquí -gritó Ratz a Kurt, que ahora estaba sentado en el borde de la barra, con laSmith & Wesson cruzada en el regazo, encendiendo un cigarrillo.Case sintió el peso de la noche que bajaba sobre él como una bolsa de arena mojada detrásde sus ojos. Sacó el frasco del bolsillo y se lo dio a Wage. -Es todo lo que tengo. Pituitarias.Te consigo quinientas si lo mueves rápido. Tenía el resto en un RAM, pero lo he perdido.-¿Estás bien, Case? -El frasco ya había desaparecido tras una solapa plomiza. - Quiero decir,perfecto; con esto quedamos en paz, pero se te ve mal. Como mierda aplastada. Será mejorque vayas a algún sitio y duermas.-Sí. -Case se puso de pie y sintió que el Chat giraba y oscilaba. - Bueno, tenía cincuenta,pero se los di a alguien. -Rió nerviosamente. Recogió el cargador de la 22 y el cartucho, losdejó caer en un bolsillo, y metió la pistola en el otro.- Tengo que ir a ver a Shin pararecuperar mi depósito.-Vete a casa -dijo Ratz, balanceándose en la silla chirriante, con algo parecido a vergüenza-.Artiste. Vete a casa.Sintió que lo observaban mientras cruzaba la sala, y se abrió paso hasta más allá de laspuertas de plástico.17

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