13.08.2015 Views

Neuromante

Neuromante

Neuromante

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

imaginación, no de la cosa en la que estaba atrapado; pero eso no tenía importancia. Habíainvocado a aquel hombre buscando algún tipo de sosiego, pero Ratz tenía sus propias ideasacerca de Case y sus aprietos.-¡Realmente, mi artiste, me asombras! Hasta dónde llegarás para conseguir tu propiadestrucción. ¡Y qué redundante! En Night City la tenías, ¡en la palma de la mano! Lacocaína, para comerte los sentidos; la bebida, para mantenerlo todo bien fluido; Linda, paraendulzar tu dolor, y la calle, para sostener el hacha en alto. Qué lejos has llegado, parahacerlo ahora, y qué utilería tan grotesca... Campos de juego suspendidos en el espacio,castillos herméticamente sellados, las depravaciones más raras de la vieja Europa, muertossellados en cajas pequeñas, magia de China... -Ratz se echó a reír, avanzando a zancadasjunto a él, con el manipulador rosado bailándole con soltura al costado. Pese a la oscuridad,Case podía ver el acero barroco que apretaba los ennegrecidos dientes del camarero.- Perosupongo que es el estilo de un artiste, ¿no? Necesitabas un mundo construido para ti: estaplaya, este lugar. Para morir.Case se detuvo, tambaleante, se volvió hacia el ruido de las olas y el acoso de la arenaaventada. -Sí -dijo-. Mierda. Supongo... -Caminó hacia el ruido.-Artiste -oyó decir a Ratz-. La luz. La viste. Por aquí...Se detuvo de nuevo, tembló, cayó de rodillas en un charco de helada agua de mar. -¿Ratz?¿Luz? Ratz...Pero ahora la oscuridad era total, y sólo se oía el ruido de las olas. Se puso de pietrabajosamente,y trató de regresar.El tiempo pasaba. Siguió caminando.Y entonces apareció, un resplandor, más nítido con cada paso. Un rectángulo. Una puerta.-Allí hay fuego -dijo, con palabras desgarradas por el viento.Era un búnker, de piedra o de hormigón, enterrado en aluviones de arena negra. La entrada,abierta en una pared de al menos un metro de ancho, era baja, angosta, sin puerta, y profunda.-Eh -dijo Case con voz débil-. Eh...... Acarició con los dedos la pared fría. Había fuego,allí, sombras inquietas a ambos lados de la entrada.Agachó la cabeza y pasó adentro, en tres pasos.Había una muchacha acurrucada junto a un montón de acero oxidado, una especie de hogar,donde ardía una madera recogida en la playa; el viento chupaba humo por una chimeneadentada. El fuego era la única luz, y su mirada encontró los ojos grandes y alarmados;reconoció la cinta de pelo, un pañuelo enrollado, estampado con un diseño que parecíancircuitos ampliados.Rechazó sus brazos, aquella noche, rechazó la comida que ella le ofreció, el sitio junto a ellaen el nido de mantas y espuma. Por último se acurrucó junto a la puerta, y la miró dormir,escuchando cómo el viento castigaba las paredes de la estructura. Aproximadamente una vezcada hora ella se levantaba e iba hasta la improvisada estufa, añadiendo madera de la pila queestaba junto al hogar. Nada de esto era real, pero el frío era el frió.Ella no era real, acurrucada allí, de costado, junto a la hoguera. Le miró la boca, los labiosligeramente separados. Era la muchacha que él recordaba del viaje por la bahía, y eso leparecía cruel.-Maldito hijo de puta -susurró al viento-. No te pierdes una, ¿verdad? No quedas darme ala junkie, ¿eh? Yo sé lo que es esto... -Intentó hablar con una voz que no fuera desesperada.-Lo sé, ¿sabes? Eres la otra. 3jane se lo dijo a Molly. Zarza ardiente. No era Wintermute,147

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!