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Neuromante

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objeto marrón que parecía un dedo humano. El cuarto cajón guardaba el ejemplar, hinchadopor la humedad, de un obsoleto manual técnico en francés y japonés. En el quinto, detrás delguantelete blindado de un pesado traje neumático, encontró la llave. Era como una moneda debronce opaco, con un tubo corto y hueco soldado en el borde. Ella la hizo girar lentamente enla mano y Case vio incisiones y rebordes en el interior del tubo. Una de las caras teníagrabadas las letras CHUBB; la otra era lisa.-Él me contó -susurró ella-. Wintermute. Cómo esperó durante años. Entonces no teníaverdadero poder, pero podía usar los sistemas de seguridad y vigilancia de la Villa paraaveriguar dónde estaba todo, cómo se movían las cosas, adónde iban. Vio que alguien perdíaesta llave hace veinte años, y se las arregló para que otro la dejara aquí. Luego lo mató, alchico que la trajo. Tenía ocho años. -Cerró los dedos blancos sobre la llave.- Para que nadiela encontrara. -Sacó un cordón de nailon negro del bolsillo del traje y lo pasó por el orificiocircular, sobre las letras. Hizo un nudo y se colgó la llave al cuello. - Siempre estabanfastidiándolo con lo anticuados que eran, dijo, con todos sus trastos del siglo diecinueve. Seveía igual al finlandés en la pantalla de aquella madriguera de títeres de carne. Si no mehubiera cuidado, habría creído que era el finlandés. -El display destelló la hora: caracteresalfanuméricos sobre los cofres de acero gris.- Dijo que si se hubiesen convertido en lo quequerían habría podido largarse hace mucho tiempo. Pero no fue así. Se jodieron. Locos como3Jane. Así la llamó, pero parecía que la apreciaba.Se volvió, abrió la puerta y salió, acariciando la empuñadura ajedrezada de la pistolaenfundada.Case volvió a la matriz.El Kuang Grado Once estaba creciendo. -Dixie, ¿crees que esta cosa funcionará? -¿Caganlos osos en el bosque? -El Flatline los envió hacia arriba a través de móviles estratosmulticolores.Algo oscuro se estaba formando en el núcleo del programa chino. La densidad deinformación saturó la textura de la matriz, desencadenando imágenes hipnagógicas. Unostenues ángulos caleidoscópicos se desplegaron alrededor de un punto focal de plata oscura.Case vio símbolos infantiles, símbolos de maldad y mala suerte que salían atropelladamentede planos traslúcidos: cruces gamadas, cráneos y huesos cruzados, destellantes ojos deserpiente. Si miraba directamente al punto muerto no había ningún entorno. Hizo falta unadocena de rápidas tomas periféricas para conseguirlo: la de un tiburón, brillante comoobsidiana: los espejos negros de los flancos reflejaban luces débiles y distantes que no teníanrelación con la matriz de alrededor.-Eso es el aguijón -dijo la estructura-. Cuando el Kuang alcanzado el núcleo de Tessier-Ashpool, podremos entrar.-Tenías razón, Dix. Una especie de manipulación paralela del sistema interno mantienecontrolado a Wintermute. Hasta donde esto sea posible -agregó.-Él -dijo la estructura-. Él. Mira eso. Eso. No hago más que decírtelo.-Es un código. Una palabra. Alguien tiene que decirlo frente a una sofisticado terminal, enuna determinada habitación, mientras nosotros nos las vemos con lo que nos está esperandodetrás de ese hielo.-Pues te queda tiempo de sobra, muchacho -dijo el Flatline-. El viejo Kuang es lento peroseguro.Case desconectó.Se encontró frente a Maelcum, que lo miraba.113

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