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Neuromante

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-La obra se titula La Muñeca. -Riviera bajó las manos. Quiero dedicar este estreno, estanoche, a lady 3Jane Marie-France Tessier-Ashpool. -Una ola de corteses aplausos. Cuandoterminaron, los ojos de Rivera parecieron encontrar la mesa de ellos.- Y a otra dama.Todas las luces del restaurante se apagaron durante algunos segundos; sólo quedó elresplandor de las velas. El aura holográfica de Riviera se había desvanecido, junto con lasluces, pero Case aún podía verlo, de pie y con la cabeza inclinada.Unas tenues líneas de luz, horizontales y verticales, bosquejaron un cubo abierto alrededordel escenario. Ahora el restaurante estaba iluminado otra vez, pero débilmente; sin embargo,la estructura cúbica podría haber estado formada por inmóviles rayos de luna. Con la cabezagacha, los ojos cerrados, los brazos colgando, rígidos, Riviera se concentraba,estremeciéndose. De pronto, el cubo fantasmal se llenó, se. transformó en una habitación; unahabitación a la que le faltaba una pared, para que el público pudiese ver lo que había adentro.Pareció que Riviera se relajaba un poco. Alzó la cabeza, pero mantuvo los ojos cerrados. -Siempre había vivido en la habitación -dijo-. No recordaba haber vivido en ninguna otra. -Lasparedes de la habitación eran de yeso amarillento. El mobiliario consistía en una sencilla sillade madera y una cama de metal pintada de blanco. La pintura había saltado en algunas partesy dejaba ver el hierro negro. La cama no estaba hecha; el colchón tenía un forro manchado,de desteñidas rayas marrones. Sobre la cama, una bombilla de luz pendía de un cableretorcido y negro. Case podía distinguir la gruesa capa de polvo sobre la curva superior de labombilla. Riviera abrió los ojos.-Siempre había estado solo en la habitación. -Se sentó en la silla, mirando hacia la cama.Los carbones azules todavía ardían en la flor negra que llevaba en la solapa.- No sé cuándoempecé a soñar con ella -dijo, pero recuerdo que al principio no era más que una bruma, unasombra.Había algo sobre la cama. Case parpadeó. Ya no estaba.-No lograba retenerla, retenerla en mi mente. Pero quería retenerla, abrazarla, y más… -Lavoz de Riviera se oía claramente en el silencio del restaurante. Una piedra de hielo tintineódentro de un vaso de cristal. Alguien rió. Alguien susurró una pregunta en japonés. - Llegué ala conclusión de que si podía visualizar una parte de ella, sólo una pequeña parte, si pudiesever esa parte perfectamente hasta el último detalle…Sobre el colchón había ahora una mano de mujer, la palma hacia arriba, los dedos pálidos.Riviera se inclinó hacia adelante, cogió la mano, y empezó a acariciarla. Los dedos semovieron. Riviera alzó la mano, llevándosela a la boca, y lamió las puntas de los dedos. Lasuñas estaban pintadas con un esmalte color vino.Una mano, podía ver Case, pero no una mano cortada: la piel no tenía fallas, no estaba rotani había cicatrices. Recordó una tableta romboidal de carne tatuada de laboratorio que habíavisto en la vitrina de una boutique quirúrgica en Ninsei. Riviera tenía la mano contra loslabios y estaba lamiendo la palma. Los dedos le acariciaban la cara tentativamente. Peroahora había una segunda mano sobre la cama. Cuando Riviera se acercó, los dedos de laprimera mano se le apretaron alrededor de la muñeca, como un brazalete de carne y hueso.La representación continuó, siguiendo una lógica interna surreal que le era propia.Aparecieron los brazos.Los pies. Piernas. Las piernas eran muy hermosas. Parecía que la cabeza de Case iba aestallar. Tenía la garganta seca. Bebió lo que quedaba del vino.Ahora Riviera estaba en la cama, desnudo. La ropa había sido parte de la proyección, peroCase no recordaba que se hubiera desvanecido. La flor negra estaba al pie de la cama, aúnfidgurando con una llama azul. Entonces se formó el torso, a medida que Riviera le daba87

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