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Neuromante

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24Ella se había ido. Lo sintió cuando abrió la puerta de la suite en el Hyatt. Sillones negros,el suelo de pino lustrado que brillaba opacamente, los biombos de papel dispuestos con uncuidado de siglos. Se había ido.Había una nota sobre el bar de laca negra junto a la puerta, una única hoja de papel, dobladapor la mitad, con el shuriken encima. La sacó de debajo de la estrella de nueve puntas y laabrió.OYE TODO BIEN PERO LE ESTÁ SACANDO ESTILO A MI JUEGO.YA HE PAGADO LA CUENTA. ES QUE ME HICIERON ASí,SUPONGO, CUIDA TU PELLEJO, ¿DE ACUERDO? XXX MOLLYEstrujó el papel y lo dejó caer junto al shuriken. Tomó la estrella y caminó hacia laventana, dándole vueltas en las manos. La había encontrado en el bolsillo de su chaqueta, enSión, cuando estaban preparándose para salir hacia la estación de la JAL. La miró. Habíanpasado frente a la tienda donde ella la había comprado, cuando habían ido juntos a Chiba parala última operación de Molly. Había ido a Chatsubo, esa noche, cuando ella estaba en laclínica, y había visto a Ratz. Algo lo había alejado del lugar, en los cinco viajes anteriores,pero entonces había sentido deseos de volver.Ratz no lo había reconocido.-Eh -le había dicho-, soy yo. Case.Los ojos viejos lo miraron desde el fondo de las oscuras redes de piel arrugada. -Ah -habíadicho Ratz, por fin-, el artiste. -El barman se encogió de hombros.-He regresado.El hombre movió la enorme y tonsurada cabeza.-Night City no es un lugar al que se regresa, artiste -dijo, limpiando la barra con un pañomugriento; el manipulador rosado se movía chirriando. Y luego el hombre se volvió paraatender a otro cliente, y Case terminó su cerveza y se fue.Ahora tocó las puntas del shuriken, una por una, haciéndolas girar lentamente entre losdedos. Estrellas. Destino. Nunca llegué a usar el condenado chisme, pensó.Nunca llegué a saber de qué color eran sus ojos. Nunca me los enseñó.Wintermute había ganado, se había juntado de algún modo con el <strong>Neuromante</strong> y se habíaconvertido en algo diferente, algo que les habló por intermedio de la cabeza de platino,explicando que había alterado los informes de Turing y había borrado todas las pruebas delcrimen. Los pasaportes que Armitage les había facilitado eran válidos; ambos acreditadoscon cuantiosos depósitos en cuentas numeradas de Ginebra. El Marcus Garvey sería devueltoen cualquier momento, y Maelcum y Aerol recibirían la paga a través del banco de lasBahamas que hacía negocios con la agrupación de Sión. De regreso, en el Babylon Rocker,Molly había explicado lo que había dicho la voz acerca de los saquitos de toxina.-Dijo que iban a encargarse de eso. Parece que entró tan profundamente en tu cabeza que tucerebro produjo la enzima, así que ahora están sueltas. Los sionitas te harán un cambio desangre, un vaciado completo.Case miró hacia los Jardines Imperiales, la estrella en la mano, recordando el relámpago decomprensión cuando el Kuang penetró en el hielo por debajo de las torres, la única vez quehabía llegado a ver la estructura informática que la madre muerta de 3Jane había desarrolladoallí. Había comprendido entonces por qué Wintermute había elegido la colmena pararepresentarla, pero no había sentido ninguna repulsión. Ella no se había dejado engañar por166

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