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Neuromante

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de él subprogramas virales se desprendían entreteniéndose con la trama codificada de lapuerta, lista para desviar la información correcta de Los Ángeles.Volvió a entrar. Molly se paseaba frente al enorme y circular mostrador de recepción alfondo del vestíbulo.12:01:20 cuando el anuncio ardió en el nervio óptico de Molly.A medianoche, sincronizado con el chip de detrás del ojo de Molly, el enlace en Jerseyhabía ordenado: -Línea principal. -Nueve Modernos desperdigados a lo largo de doscientasmillas del Ensanche habían marcado simultáneamente MAX EMERG desde cabinastelefónicas. Cada Moderno repitió un texto breve, colgó y se perdió en la noche, quitándoselos guantes de cirugía. Nueve centrales de policía y agencias de seguridad públicaabsorbieron la información de que una oscura subsecta de fundamentalistas cristianosacababa de reivindicar la introducción en dosis clínicas de un psicoactivador prohibidollamado Azul Nueve en el sistema de ventilación de la Pirámide Senso/Red. Se habíademostrado que Azul Nueve, conocido en Califomia como Ángel Doliente, había producidoparanoia aguda y psicosis homicida en el ochenta y cinco por ciento de los sujetosexperimentales.Case movió el interruptor cuando el programa irrumpía por las puertas del subsistema deseguridad del archivo de investigación de la Senso/Red. Se encontró entrando en unascensor.-Perdone, pero, ¿es usted empleado? -El vigilante alzó las cejas. Molly hizo un globo dechicle.-No -dijo, hundiendo dos nudillos de la mano derecha en el plexo solar del hombre. Cuandoél se replegaba sobre sí mismo, manoteándose el cinturón en busca de la alarma, ella legolpeó la cabeza contra la pared del ascensor.Masticando con un poco más de rapidez, tocó PUERTA y STOP en el panel iluminado.Sacó una cajita de herramientas del bolsillo de su abrigo e insertó una guía de plomo en el ojode la cerradura que aseguraba los circuitos del panel.Los Panteras Modernos dejaron pasar cuatro minutos para que la primera movida tuvieseefecto; luego inyectaron una segunda dosis de información tergiversada. Esta vez ladispararon directamente al sistema de vídeo interno del edificio de la Senso/Red.A las 12:04:03, todas las pantallas del edificio parpadearon durante dieciocho segundos enuna frecuencia que produjo convulsiones en un susceptible segmento de empleados de laSenso/Red. Entonces, algo sólo vagamente parecido a un rostro humano llenó las pantallas,las facciones estiradas sobre asimétricas superficies óseas, como una obscena proyección deMercator; unos labios azules y húmedos se entreabrieron a medida que la retorcida y alargadamandíbula se movía. Algo, tal vez una mano, una cosa parecida a un rojizo racimo de raícesretorcidas, avanzó vacilante hacia la cámara, se desdibujó y desapareció. Imágenes decontaminación de subliminal fugacidad: gráficos del sistema de aguas del edificio, manosenguantadas que manipulaban retortas, algo que se precipitaba en la oscuridad, el pálidosonido de un golpe en el agua... La pista de audio, con el tono ajustado a casi el doble de lavelocidad normal de reproducción, era parte de un noticiario de hacía un mes que exponía lapotencial utilidad militar de una sustancia bioquímica conocida como HsG. La HsG rige elfactor de crecimiento del esqueleto humano. Una sobredosis exacerbaba ciertas células óseasy aceleraba el crecimiento hasta en un mil por ciento.41

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