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Neuromante

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-Ella soñaba con un estado que tenía muy poco que ver con la conciencia individual -estabadiciendo 3Jane. Tenía un gran camafeo en la mano y lo extendió hacia Molly. El perfil talladoera muy parecido al suyo-. Una felicidad animal. Creo que la evolución del cerebro anteriorle parecía una especie de paso al costado. -Retiró el camafeo y lo examinó, inclinándolo paraque reflejara la luz desde distintos ángulos.- Sólo en determinados estados de ánimo, unindividuo, un integrante del clan, llegaría a conocer los aspectos más dolorosos de laautoconciencia…Molly asintió. Case recordó la inyección. ¿Qué le habían dado? El dolor seguía presente,pero era como un apretado foco de impresiones entremezcladas. Lombrices de neónretorciéndosela en el muslo, el contacto con arpillera, el olor a krill frito… La mente de Caserechazaba todo esto. Si evitaba concentrarse en el dolor, las impresiones se trasladaban, setransformaban en el equivalente sensorial de un monótono ruido de fondo. Si era capaz dehacer eso a su sistema nervioso, ¿cuál podía ser su estado de ánimo?La visión de Molly era anormalmente clara y brillante, aún más precisa que de costumbre.Las cosas parecían vibrar, como si las personas y los objetos estuviesen sintonizados afrecuencias mínimamente distintas. Tenía las manos en el regazo, todavía presas en la bolanegra. Estaba sentada en una silla al borde de la piscina, la pierna apoyada sobre unalmohadón de piel de camello. 3Jane se había sentado frente a ella, en otro almohadón,acurrucada dentro de un enorme djellabá de lana cruda. Era muy joven.-¿Dónde fue? -dijo Molly-. ¿A inyectarse la droga?3Jane se encogió de hombros bajo los pliegues de la pálida y pesada túnica. Quitó unmechón de pelo que le caía sobre los ojos. -Me dijo cuándo tenía que dejarte entrar -explicó-.No me quiso decir por qué. Todo tiene que ser un misterio. ¿Nos hubieras hecho daño?Case sintió que Molly vacilaba. -Lo hubiera matado. Hubiera intentado matar al ninja.Luego se suponía que tenía que hablar contigo.-¿Por qué? -preguntó 3Jane, guardando el camafeo en uno de los bolsillos interior deldjellabá-. ¿Y para qué? ¿Y de qué?Molly parecía estar estudiando los altos y delicados huesos, la boca ancha, la estrecha narizaguileña. Los ojos de 3Jane eran oscuros y curiosamente opacos. -Porque lo odio -dijo porfin-, y el porqué de eso es simplemente mi forma de ser, lo que él es y lo que yo soy.-Y el espectáculo -dijo 3Jane-. Yo vi el espectáculo.Molly asintió.-¿Pero Hideo?-Porque ellos son los mejores. Porque uno de ellos mató a un compañero mío, una vez.3Jane se puso muy seria. Alzó las cejas.-Porque yo tenía que ver cómo era -dijo Molly.-¿Y luego hubiéramos hablado, tú y yo? ¿Así? -El pelo oscuro era muy lacio, separado en elmedio, recogido en un moño de plata opaca. - ¿Quieres que hablemos ahora?-Sácame esto -dijo Molly, levantando las manos cautivas.-Tú mataste a mi padre -dijo 3Jane, sin ningún cambio en la voz-. Estaba observando en losmonitores. Los ojos de mi madre: así los llamó.-Él mató a la muñeca. Se parecía a ti.-Le gustaban los gestos grandilocuentes -dijo 3Jane, y Riviera apareció junto a ella, radiantepor las drogas, en el ilusionista traje de convicto que había llevado en la terraza del hotel.-¿Se están conociendo? Es una chica interesante, ¿verdad? -Pasó junto a 3Jane. - No va afuncionar, ¿sabes?-¿No, Peter? -Molly logró sonreír.136

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