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Neuromante

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15-¿ESTÁS TRATANDO DE BATIR mi récord, hijo? -preguntó el Flatline-. Tú cerebroestuvo muerto otra vez, cinco segundos.-Agárrate fuerte -dijo Case, y movió el interruptor de simestim.Ella estaba acuclillada, en la oscuridad, las palmas de las manos contra hormigón áspero.CASE CASE CASE CASE. El display digital pulsaba el nombre en caracteresalfanuméricos; Wintermute le informaba sobre la conexión.-Bonito -dijo ella. Se balanceó sobre los tobillos y se frotó las manos, haciendo crujir losnudillos-. ¿Por qué te demoraste?AHORA MOLLY AHORA.Ella apretó la lengua contra los dientes de abajo. Uno se movió apenas, activando losamplificadores de los microcanales; el movimiento aleatorio de fotones en la oscuridad seconvirtió en una pulsación de electrones; el áspero hormigón de alrededor era ahora pálido ygranulado. -De acuerdo, cariño. Ahora salimos a jugar.El escondite resultó ser una especie de túnel de servicio. Ella salió, reptando, por unaornamentada rejilla abisagrada de bronce manchado. Él alcanzó a verle los brazos y laspiernas, y se dio cuenta de que llevaba puesto otra vez el traje de policarbono. Bajo elplástico, sintió la tensión familiar del cuero delgado y apretado. Tenía algo colgado bajo elbrazo, en un arnés o una funda. Molly se puso de pie, abrió la cremallera del traje y tocó elplástico ajedrezado de una culata de pistola.-Oye, Case -dijo, apenas dando voz a las palabras-, .me estás escuchando? Te contaré algo...Una vez anduve con un chico. A veces me recuerdas... -Se volvió para vigilar el pasillo. -johnny, se llamaba.El vestíbulo, bajo y abovedado, tenía docenas de estanterías de museo contra las paredes,cajas con frentes de cristal de aspecto arcaico. Parecían estar fuera de lugar, contra las curvasorgánicas de las paredes del vestíbulo, como si las hubiesen ordenado allí obedeciendo aalguna razón ya olvidada. Opacos apliques de bronce sostenían globos de luz blanca aintervalos de diez metros. El suelo era irregular. Cuando ella echó a andar por el pasillo, Casevio cientos de alfombras y pequeños tapetes puestos en el suelo, como al azar. En ciertossitios había hasta seis, uno encima del otro; el suelo era una suave colcha de retazos de lanatejida a mano.Molly prestó poca atención a los armarios y a lo que éstos contenían, lo cual lo irritó; tuvoque contentarse con las miradas poco interesadas de Molly, que le permitieron observarbrevemente fragmentos de cerámica, armas antiguas, un objeto con tantos clavosherrumbrados incrustados en él que era irreconocible, pedazos de tapices rasgados...-Este johnny, sabes, era inteligente; un chico muy listo. Comenzó su carrera de receptor dedatos en Memory Lane: tenía circuitos en la cabeza y la gente le pagaba para esconder allíinformación. Los Yakuza estaban detrás de él, la noche en que le conocí, y yo me encarguédel asesino que ellos habían enviado. Fue más suerte que otra cosa, pero me lo saqué deencima, y después de eso, todo fue dulce y caramelo, Case. -Apenas movía los labios. Casesentía cómo ella formaba las palabras; no necesitaba escucharlas en voz alta.- Armamos unmonitor para poder leer las huellas de todo lo que él había alma. cenado alguna vez.Registramos todo en una cinta y empezamos a controlar a nuestros clientes selectos,exclientes. Yo era agente, guardaespaldas y perro guardián. Me sentía muy feliz. ¿Has sidofeliz alguna vez, Case? Él era mi muchacho. Trabajábamos juntos. Socios. Haría unas ochosemanas que yo me había largado de la casa de títeres cuando lo conocí.. -Hizo una pausa, dio110

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