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Neuromante

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Aerol, sin motivo aparente, narró la historia de un bebé que le había salido de la frente y queentró correteando en una selva de ganja hidropónica. -Un bebé muy pequeño, hombre, máspequeño que tu dedo. -Frotó la palma de la mano contra una frente morena y lisa, y sonrió.-Es la ganja -dijo Molly cuando Case le contó la historia-. No distinguen mucho entre unestado y otro, ¿sabes? Aerol te dice que sucedió: bueno, le sucedió a él. No son inventos, esmás bien poesía. ¿Entiendes?Case asintió con aire de duda. Los sionitas siempre lo tocaban a uno cuando hablaban, teponían las manos en los hombros. Eso no le gustaba.-Eh, Aerol -gritó Case, una hora después, cuando se preparaba para un ensayo en el corredorde caída libre-. Ven aquí. Quiero mostrarte esto. -Le enseñó los trodos.Aerol tropezó en cámara lenta. Los pies descalzos chocaron con la pared de metal y con lamano libre se agarró de una viga. En la otra sostenía una bolsa de agua transparente, llena dealgas verdiazules. Parpadeó distraído y sonrió.-Pruébalo.Aerol tomó la cinta, se la puso, y Case ajustó los trodos. Aerol cerró los ojos. Caseencendió el aparato. Aerol se estremeció. Case lo desconectó. -¿Qué viste, eh?-Babilonia -dijo Aerol con tristeza. Le devolvió los trodos y salió de un salto.Riviera estaba sentado, inmóvil, sobre el colchón de espuma, con el brazo derechoextendido en línea recta a la altura del hombro. Una serpiente de escamas enjoyadas, de ojoscomo rubíes de neón, estaba apretadamente enrollada a unos pocos milímetros de su codo.Case observó cómo la serpiente, que era del diámetro de un dedo, y tenía bandas negras yescarlatas, se contraía lentamente, cerrándose alrededor del brazo de Riviera.-Vamos -dijo el hombre con voz acariciadora al pálido y ceroso escorpión que tenía en lapalma de la mano-. Vamos... -El escorpión movió las garras oscuras y subió corriendo por elbrazo, siguiendo las tenues y oscuras líneas de las venas. Cuando llegó a la altura del codo,se detuvo y pareció que vibraba. Riviera emitió un suave sonido sibilante.- El aguijón asomó,tembló, y se hundió en la piel que cubría una vena abultada. La serpiente de coral sedistendió y Riviera exhaló un lento suspiro.Entonces la serpiente y el escorpión desaparecieron, y Rivera sostenía una jeringa deplástico lechoso en la mano izquierda. -«Si Dios hizo algo mejor, se lo guardó para él.»¿Conoces la expresión, Case?-Sí... -dijo Case-. La he oído acerca de muchas cosas. ¿Siempre lo transformas en unespectáculo?Riviera aflojó el trozo elástico de sonda quirúrgica y se lo sacó del brazo. -Sí. Es másdivertido. -Sonrió, la mirada ahora distante, las mejillas sonrojadas.- Hice que meimplantaran una membrana, justo encima de la vena, así no tengo que preocuparme de lacondición de la aguja.,-¿No duele?Los ojos brillantes se encontraron con los de Case.-Claro que duele. Forma parte del asunto, ¿no?-Yo sólo usaría dermos -dijo Case.-Pedestre -se burló Riviera, y rió, mientras se ponía una camisa de algodón blanca de mangacorta.-Debe de ser agradable -dijo Case, poniéndose de pie.-¿Tú te colocas, Case?-Tuve que dejarlo.68

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