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TESORERÍA DE LA SEACV 87
Figura 2. Estatutos de la Fundación de la Sociedad
Española de Angiología y Cirugía Vascular. Con fecha
de 7 de noviembre de 1996, quedaron registrados los
estatutos de la Fundación SEACV en la notaría de
Barcelona de Carlos Cabades. Unos meses antes (el
29 de junio de 1996), la asamblea general de socios había
tomado por unanimidad el acuerdo de que la SEACV
constituyera esa Fundación.
miento de la SEACV. Objetivamente, la creación
de la Fundación SEACV fue uno de los
grandes logros de la Sociedad y, en ese sentido,
debe reconocerse el extraordinario servicio
que prestaron los miembros directivos
de entonces en beneficio de los intereses de la
Sociedad.
MODERNIZACIÓN
DE LA TESORERÍA
La creación de la Fundación permitió el desarrollo
de nuevas ayudas para incentivar la
docencia e investigación de las enfermedades
vasculares periféricas. Progresivamente, se
financiaron más cursos de formación, se apoyaron
proyectos y se otorgaron más becas; aunque
muchas veces, con el afán de «dar salida
al dinero», no se exigió la debida justificación
por parte de los perceptores. Además, todos los
pagos y servicios se siguieron realizando, sorprendentemente,
mediante cheque; los premios
y becas se entregaban íntegros sin retención
fiscal, y las aportaciones de la industria se hacían,
simplemente, como un ingreso en caja.
A pesar de que la ayuda de los laboratorios fue,
desde siempre, un pilar fundamental de la
Sociedad, no será hasta el Congreso de
Granada de 1995 cuando se hable, por primera
vez, de los «socios protectores». Su papel
nunca estuvo bien definido y se basó en un
espíritu de colaboración verbal que, en el caso
de Uriach, fue siempre extraordinario, pero,
en el de otros, fue lamentable. Por esta razón,
en 1999 y siendo tesorero el doctor
Ricardo Gesto Castromil, al laboratorio Uriach
se le concedió el reconocimiento de socio de
honor de la SEACV. Durante esos años, hubo
también una política activa hacia la industria,
se incrementaron los recursos económicos y
se promovió la creación de nuevos premios y
becas, que, en gran parte, se mantienen hasta
la actualidad. La relación con la industria
se fundamentó siempre «en una buena fe» e
ingenuidad desmesurada por parte de la
Sociedad. Este modelo pudo ser válido hasta
los años noventa, en que los delegados perduraban
y se jubilaban como fieles servidores
de una misma empresa y tenían capacidad de
improvisar recursos para cualquier evento.
Pero los tiempos cambiaron y los laboratorios
se transformaron. Los nuevos agentes comerciales
empezaron a desaparecer o a pasar de
una empresa a otra con gran rapidez, y la competitividad
de productos les exigió cada día,
más ahorro. Coincidiendo con ello, la ayuda