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ANGIOLOGÍA Y CIRUGÍA VASCULAR Y LA UNIVERSIDAD 285
neo de la pierna, que se agrava en las épocas
de frío y que, después de varios años, puede
complicarse con la aparición de úlceras, en palabras
textuales de los autores. También Piu -
lachs y Vidal-Barraquer hacen aportaciones
originales en el terreno de las fístulas arteriovenosas
traumáticas, haciendo hincapié en
el carácter adquirido de las mismas y siempre
relacionadas con un traumatismo. Ambos
autores habían trabajado conjuntamente años
antes (1953) sobre las varices del embarazo.
Las consideraron consecutivas a la descompensación
de las comunicaciones arteriovenosas
funcionales y, más tarde, extendieron
dicho concepto a todas las varices, tanto esenciales
como posflebíticas. En 1954, engloban
bajo el concepto de «fístulas arteriovenosas
adquiridas» aquellas afecciones «que obedecen
a una dilatación de las anastomosis arteriovenosas,
permitiendo el paso exagerado de
sangre desde el sistema arterial al venoso».
Por aquella época, elaboran su teoría al «no
creer que la hipertensión venosa sea la causa
de las varices, pues si bien el hecho de recibir
sangre a mayor presión provoca una dilatación
de las venas, por sí solo aquel factor
no es suficiente para explicar la transformación
varicosa, ya que, en el caso de la tromboflebitis,
las venas de la circulación colateral,
en las que la sangre está a mayor presión,
se dilatan, pero no se vuelven varicosas».
Concluyen afirmando «que el factor que juega
un papel fundamental en la producción
de las dilataciones varicosas, tanto de las fístulas
arteriovenosas como en el aneurisma
arteriovenoso traumático, es el desarrollo
de la circulación colateral. Los vasa fleborum,
que participan en el desarrollo de esta circulación
colateral, se dilatan y contribuyen
a producir en las venas, por las que discurren,
una hipertrofia similar a la que se produce
en otros tejidos. Las venas no sólo se
dilatan, sino que también se alargan, y, como
permanecen fijas en sus puntos externos, se
vuelven tortuosas».
Otras muchas parcelas de la cirugía vascular
son objeto de estudio y descripción por
Piulachs y Vidal-Barraquer, como, por ejemplo,
el tiempo arteria femoral-lengua y las fases
de la arteriografía, que describen como fase
arterial, fase capilar y fase venosa, con especial
atención a la fase venosa, en la que, a su
vez, describen como característico su difusión,
su aparición tardía y su falta de contraste.
Se ocupan, igualmente, del estudio de la
hipertrofia muscular de la pierna afectada por
fístulas arteriovenosas. Describen una incisión
lateroplantar cuando descubren comunicaciones
arteriovenosas en la planta del pie
y, por dicha incisión, las seccionan.
Otro foco de interés lo constituyen los angiomas
venosos. Observan un caso y en él describen
un relleno precoz de los angiomas
desde las arterias, al mismo tiempo que se produce
un engrosamiento de éstas. Ello les hace
suponer que, al menos en algún caso, no se
trataría más que de una forma de hemangiectasia
hipertrófica con un gran desarrollo de
los angiomas venosos. También hacen aportaciones
interesantes sobre la técnica de la
flebografía retrógrada que se practicaba en
aquella época para el diagnóstico de las varices.
Sobre las varices, emiten su conocida tesis
de aquellos años, según la cual «todas las varices
obedecen a una patogenia inicial común
produciéndose por dilatación de comunicaciones
arteriovenosas».
«La insuficiencia valvular venosa es inconstante
y cuando existe es siempre secundaria.»
Describen una variante de la prueba de Tren -
delenburg pero sin brazal, y afirman que «en
contra de lo que se ha venido diciendo hasta
ahora, la safena interna, que se acepta sin discusión
como insuficiente en las varices, es la