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mos internacionales. Se firman acuerdos que
permiten la colaboración en temas logísticos
y económicos, favorables a los dos países. Esta
circunstancia, junto al agotamiento de la autarquía
y al descontento social, manifestado por
huelgas en Cataluña, Madrid, Asturias y País
Vasco, impulsa en los años 1950 una cierta
liberalización económica. No obstante, ésta
seguía estancada y las protestas sociales arreciaban
contra la subida del coste de la vida.
Por eso, Franco aceptó un cambio en la política
económica, impulsado por los tecnócratas,
ligados al Opus Dei, como Ullastres y
Navarro Rubio, que condujo al Plan de
Estabilización de 1959, liberalizando la economía
para atraer capital extranjero. El crecimiento
económico de los años 1960 y principios
de los 1970, conocidos como «los años
del desarrollismo», fue posible por la combinación
de cuatro grandes factores: la espectacular
recuperación y posterior crecimiento
económico de los países de Europa Occidental,
válvula de escape para la población activa española
(cerca de dos millones de trabajadores
emigraron en esos años), que alivió las tensiones
del infradesarrollado mercado laboral español.
Este contingente de emigrantes constituyó
una importante fuente de divisas que
ayudó decisivamente a compensar la siempre
deficitaria balanza de pagos española.
Por otra parte, las sociedades del bienestar
europeas alentaron el crecimiento económico
español mediante la aparición del turismo de
masas, que encontró en el clima y los bajos
precios españoles un paraíso para el descanso
vacacional de millones de trabajadores europeos,
convirtiéndose en uno de los principales
motores del desarrollismo. Finalmente, el milagro
europeo posibilitó el cuarto pilar del crecimiento
español, constituido por la inversión
extranjera, pieza básica en el crecimiento
industrial de la época a pesar de todo rehén de
las tentaciones intervencionistas de la dicta-
HISTORIA DE LA SEACV. 50.º ANIVERSARIO. 1959-2009
dura que nunca llegaron a desaparecer. Los
pilares sobre los que se asentó el crecimiento
de los años 1960 mostraron dramáticamente
su fragilidad unos años después, cuando
estalló la crisis económica de los años 1970.
En ese mismo año de 1959, se funda un movimiento
que, en sus orígenes, fue de marchamo
marxista y que, posteriormente, reorientó sus
acciones hacia la oposición al franquismo
con acciones terroristas: era el primer año de
ETA.
Este contexto de «política de apertura», y también
su grado de capitán de aviación, posibilita
al doctor Fernando Martorell, nacido en
Barcelona en 1906, a visitar hospitales americanos
en Rochester, Chicago y Nueva York.
Este viaje fue definitivo para convencerle de
cambiar la cirugía general por una nueva y
desconocida cirugía vascular. Pero también
vino convencido de que sólo el 10% de los
enfermos con patología vascular necesitan una
intervención; sensu contrario, el 90% restante
no entran en la categoría «cirugía vascular».
De ahí nace el término «nosográfico de angiología».
En el año 1943, crea el Departamento
de Angiología del Instituto Policlínico, junto
con cardiólogos como Juan Codina Altés, que
será el embrión de la Asociación de Cardiología
y Angiología de la Acadèmia de Ciències
Mèdiques de Cataunya i Balears (ACMC)
ACMCB. Ese mismo año de 1949, se publica
el primer número de la revista Angiología, bimestral,
primera en el mundo dedicada, exclusivamente,
a las enfermedades vasculares.
En la búsqueda de la proyección internacional
de la angiología, consigue la colaboración
de René Leriche. Esta colaboración se concretó
en 1951 con la creación de The International
Society of Angiology, de la que es nombrado
presidente. Hasta el año 1955 no pudo
organizar las primeras Jornadas Españolas de