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Al leerlo en la actualidad, pasados más de
100 años de haberse escrito, podemos evidenciar
el estado en el que se encontraba la cirugía
circulatoria o vascular a principios del
siglo XX (casi prohibitiva en muchos casos) y
sus ideas pioneras que sustentaron años más
tarde a la moderna cirugía vascular. Como
se refleja en el citado texto, San Martín está
preocupado por la gran cantidad de cirugía
mutilante (lo que él denominaba amputación
hemática) derivada de la presencia de enfermedades
vasculares oclusivas en las extremidades.
Su gran creatividad y originalidad
le está sugiriendo otro camino. Atisba que la
cirugía vascular deberá ser restauradora de
la función y, por tanto, del flujo circulatorio.
En 1898, realiza una serie de 40 procedimientos
quirúrgicos experimentales de anastomosis
arteriovenosa según la técnica de invaginación
de Murphy en 36 perros y utilizando
preferentemente los vasos femorales, aunque
también en otras localizaciones, como los vasos
cervicales, riñón, bazo, etc. En estos experimentos,
realizaba una sección transversal de
la arteria y de la vena, con posterior anastomosis
terminoterminal por invaginación.
Como él describe: «La vena invaginante adquiría
un tinte rosado muy distinto del que su
tejido ostenta de ordinario. El cabo libre o
distal de la arteria, exangüe durante la operación,
a los 30 o 60 segundos de terminada
ésta y de haber dejado libre curso a la sangre,
comenzaba a manar un líquido que, por
el color, parecía una mezcla de sangre venosa
y arterial, como si la corriente invertida
de las arterias a las venas continuase su movimiento
vivificador. Para mayor certidumbre,
en algunos experimentos puse previamente
al descubierto la vena safena en la pierna y
seguí con la vista el movimiento sanguíneo
invertido al desprender las sujeciones vasculares,
habiendo podido contemplar cómo se
llenaba y cambiaba de color en el instante mis-
HISTORIA DE LA SEACV. 50.º ANIVERSARIO. 1959-2009
mo en el que la sangre arterial henchía la vena
más abultada del muslo…».
En un intervalo de 48 horas y 20 días, realiza
la exploración quirúrgica de la zona inguinal,
comprobando en todos los casos una
trombosis completa de las anastomosis arteriovenosas
realizadas. Según sus propias palabras:
«El resultado, pues, no era para que esta
campaña experimental me dejara satisfecho;
pero la idea que con esto venía yo persiguiendo
no perdió sus raíces a pesar de llevar
envuelta una transgresión demasiado forzada
de las leyes fisiológicas».
San Martín llega a la conclusión de que el fracaso
de la técnica en esta primera experiencia
radica en la técnica de invaginación arteriovenosa;
según él, esta técnica traumatiza
en exceso y reduce el calibre vascular. Esta
segunda serie la realiza en cabras, con una
anastomosis laterolateral entre arteria carótida
y vena yugular (lo que él denomina anastomosis
arteriovenosa lateral o cruzada – hemoplastia
de San Martín– con sutura «parietal»,
es decir, sutura continua y perforante atravesando
todas las capas vasculares con corta
distancia intersutural). Estos trabajos experimentales
fueron llevados a cabo en septiembre
de 1898 en el Establecimiento Balneario
de Zuazo (Álava). San Martín estudió el aspecto
histológico de sus anastomosis arteriovenosas
en el laboratorio de Cajal, en San Carlos,
demostrando el engrosamiento de las paredes
vasculares, la arterialización de la vena,
la gran formación de tejido conjuntivo y zonas
de endotelio desgarrado. La presencia de los
vasa vasorum era evidente con enorme volumen,
pero en los animales con permeabilidad
de la anastomosis, sin trombosis ni embolias.
Tras estos prometedores resultados experimentales,
traslada a la clínica la técnica de
anastomosis arteriovenosa o hemoplastia (también
llamada por él circulación supletoria arti-