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y no con vistas a obtener un nuevo título o
diploma».
La formación médica continuada (FMC), definida
como el conjunto de actividades que ayudan
a adquirir unos conocimientos y unas habilidades
y actitudes, que facilitan tener una
competencia profesional, ayuda también a mantener
y mejorar ésta. Ningún sistema pedagógico
puede asegurar a sus graduados una
alta competencia profesional indefinidamente.
La aparición de nuevos procesos, los cambios
de prevalencia, morbilidad y manifestaciones
de diversas enfermedades, así como la
necesidad de una sistematización de nuevos
procedimientos diagnósticos y terapéuticos
obligan a la puesta al día de los conocimientos
de los profesionales. Sin duda, la mejor
motivación es la interna, que surge de cada
profesional como una predisposición intelectual
permanente que ha sido adquirida durante
los años de formación universitaria.
A pesar de su importancia, la formación médica
continuada no es una formación reglada,
lo que posibilita que cualquier agente, público
o privado, pueda establecer sistemas de formación
y sus correspondientes requisitos de
acreditación y realización de actividades. En
este sentido, durante muchos años, este afán
de mantener al día los conocimientos era autodidacta,
heterogéneo y se producía de forma
ocasional. Hoy en día, la actualización de nuestros
conocimientos representa no sólo una
demanda personal, sino también una exigencia
de la sociedad, cada vez más preocupada
por la calidad de la asistencia sanitaria. La
continua evolución de los avances médicos
implica, en cierto modo, la especialización en
áreas y una continua puesta al día de nuestro
quehacer diario.
La formación continuada debe conseguir satisfacer
todas estas premisas, incentivarlas, y,
HISTORIA DE LA SEACV. 50.º ANIVERSARIO. 1959-2009
sobre todo, homologar y supervisar las distintas
actividades, para garantizar unos resultados
que se correspondan con las necesidades
de los profesionales y de la sociedad.
REGULACIÓN DE LA
FORMACIÓN CONTINUADA
En la década de 1980, la diversidad de la oferta
de actividades de formación continuada, dirigida
al colectivo médico, hacía imprescindible
arbitrar sistemas de acreditación en aquellas
que eran consideradas relevantes para el mantenimiento
de la competencia profesional.
Las sociedades científicas tienen como una
de sus misiones organizar y promocionar actividades
de formación para sus asociados. Sin
embargo, durante un largo período de tiempo,
estas actividades convivían con otras organizadas
de forma anárquica, promocionadas
por iniciativas particulares o de empresas paramédicas,
que disponían de una mayor facilidad
para la promoción de las mismas. Estas
jornadas, cursos o reuniones aparecían sin responder
a necesidades y sin tener asegurado
un nivel científico mínimo.
En un inicio, la necesidad de acreditación de
las actividades de formación continuada conllevó
distintas situaciones en diversos países.
En EE. UU., el American Committee Continue
Medical Education (ACCME) elabora un programa
para prácticamente todas las especialidades
(excepto los médicos de familia, que
tienen un sistema propio) con actividades
voluntarias y necesarias para la recertificación,
con dos niveles o categorías:
a. Actividades formalmente programadas.
b. Enseñanza autodirigida: el especialista realiza
su propio programa, adecuado a su de -
sarrollo personal.