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INVESTIGACIÓN EN ANGIOLOGÍA Y CIRUGÍA VASCULAR 301
éstos estaban más inmersos en la cimentación
y solidificación de una sociedad, el desarrollo
de una especialidad y de unas técnicas
y procedimientos que la soportaban; en
la segunda, entre los años 1970 y 1980, la
preocupación se basaba más en lograr un
ámbito claro de actuación, un desa rrollo técnico
y tecnológico, y un reconocimiento profesional;
en la tercera, en los años 1990, el
perfil estaba ya en el desarrollo, el reconocimiento
social y administrativo, y por último,
en la época de 2000, se basaba en el perfil de
asimilar unos procedimientos y técnicas nuevos
que han revolucionado la especialidad y
que, por desgracia, otros profesionales de distintas
especialidades ya practicaban. De estas
cuatro etapas, en la primera la preocupación
por la investigación fue escasa, salvo excepciones,
y este tipo de actividad era poco considerada.
En la segunda, que puedo valorar
ya de forma personal, uno tenía la impresión
de que la actividad investigadora para unos
era realizada exclusivamente fuera de nuestras
fronteras y la que se hacía en nuestro
ámbito era despreciada y el que la practicaba
corría el riesgo de no ser considerado cirujano,
frente a un colectivo cuyo perfil generalizado
se identificaba con el bisturí y la
agresividad quirúrgica. La tercera etapa fue
la de la aceptación. No se veía mal el hecho
de que el angiólogo y cirujano vascular realizara
actividades de investigación protocolizada
y, reconocido su enmarcamiento en este
término, algunos ya lo hacían en colaboración
con otros profesionales, ya fueran de áreas
clínicas o preclínicas y, aunque todavía eran
valorados como entes raros, se admitían e
incluso se valoraban sus aportaciones en los
congresos e incluso fueron premiados con la
concesión del siempre cotizado Premio
Martorell, que, como previamente se ha
comentado, no siempre reconocía la calidad
de las aportaciones sino más bien la influencia
de determinados grupos o servicios den-
tro de la comunidad angiológica. La cuarta
etapa es donde la investigación es más
considerada, se populariza, la propia Ad -
ministración incluye este tipo de actividad
en el programa de formación de la especialidad
y algunos buscan la excelencia en colaboraciones
con grupos de investigación reconocidos
y consolidados. Se empieza a
considerar la participación en los ensayos clínicos,
algunos miembros o grupos obtienen
ayudas, generalmente del Fondo de
Investigación Sanitaria, y surgen publicaciones
con un claro perfil investigador en su finalidad
y diseño, y muchos de estos ensayos son
publicados en revistas de difusión internacional.
En la última etapa, es cuando ya los
aspectos investigadores son realmente considerados
y valorados y donde fundamentalmente
se considera que esta faceta es complementaria
e imprescindible para el desarrollo
de la Angiología y Cirugía Vascular.
Tenemos que señalar que, en muchas ocasiones,
las actividades en investigación de los
socios fueron de carácter oportunista, es decir,
aprovechaban la posibilidad de desarrollar actividades
en centros o colaborando con grupos
ya constituidos, que precisaban la colaboración
de algún angiólogo y cirujano
vascular y, aunque no fuera personal imprescindible,
sí que era recomendable.
La investigación angiológica en otras ocasiones
ha sido desarrollada por otros profesionales
ajenos a la especialidad y a la Sociedad,
y han tenido una cierta relevancia en sus aportaciones.
En muchos casos, eran cirujanos
generales que trabajaban en campos a veces
a caballo entre diferentes disciplinas, como
ha sido el de la isquemia intestinal, por poner
algún ejemplo (fig. 6).
En algún caso, investigadores básicos o de
otras especialidades han desarrollado proyec-