Toros Letra A.pmd - Fiestabrava
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<strong>Toros</strong> Notables Libro I : <strong>Letra</strong> A<br />
Por encima de la lógica aventura que<br />
semejante decisión tuvo, hay que agregar el<br />
lógico riesgo y, sobre todo, la gran responsabilidad<br />
que ello representaba para don Luis<br />
Barroso Barona, propietario entonces de la<br />
vacada, pero sobre ello lucía la ilusión, el<br />
placer, el anhelo, que, apartados de todo<br />
materialismo y, con los ojos puestos en<br />
consumar un deseo, el que al fin y a la postre<br />
se logró, teniendo para ello infinidad de<br />
problemas que se fueron presentando, desde<br />
la llegada de los toros a España, hasta que<br />
fueron lidiados, debido al largo viaje que<br />
sufrieron en su travesía marítima, necesitando<br />
después como era lógico un largo<br />
período de recuperación, el que lograron en<br />
definitiva debido al celo del caballeroso<br />
ganadero español, don Álvaro Domecq y<br />
Díez, gran amigo de don Luis Barroso, que<br />
ofreció su dehesa de Los Alburejos, en el<br />
campo bravo jerezano, para que pastaran y<br />
se aclimataran los toros aztecas.<br />
Y llegó -nos repite don Agustín<br />
Linares- la histórica tarde del (22-05-1971), y<br />
al sonar el clarín anunciando el comienzo del<br />
festejo y, ante una gran expectación de la<br />
concurrencia y de todos los medios taurinos<br />
españoles, hicieron el paseíllo el madrileño<br />
Victoriano Valencia, el mexicano Antonio<br />
Lomelín y el también hispano José Luis<br />
Parada. Rota la formación de las cuadrillas,<br />
los timbales del coso máximo de la capital<br />
española, redoblaron ante un silencio<br />
expectante, para que saliera a la arena -en<br />
esta famosa feria de San Isidro-, el primer<br />
toro mexicano, que como lazo de hermandad<br />
entre los pueblos de México y España, que<br />
llevan en su nombre tres sílabas, que unidas<br />
simbolizan una palabra:<br />
Hermano fue un toro con trapío,<br />
arrogante, de bella estampa, bravo de<br />
principio a fin, al que toreó bien Victoriano<br />
Valencia, siendo ovacionados sus despojos<br />
al ser arrastrado por el ruedo. La cabeza del<br />
toro que protagonizó la hermandad taurina<br />
entre México y España, que abrió plaza en<br />
aquella memorable corrida, fue donada por<br />
el señor don Luis Barroso Barona a la<br />
Diputación Provincial de Madrid, propietaria<br />
del coso de Las Ventas, la que allí simbolizará<br />
para siempre el recuerdo de tan singular<br />
acontecimiento, en el Museo Taurino existente<br />
en la misma plaza Monumental madrileña.<br />
Ocupó el segundo lugar, Cariñoso,<br />
también extraordinario, que dio en todos los<br />
tercios una gran pelea, alegre en su<br />
embestida, bravo y noble, pero codicioso con<br />
los caballos, arrancándose de lejos y<br />
recargando una y otra vez en la suerte,<br />
correspondiendo al también bravo torero de<br />
Acapulco, Antonio Lomelín, que lo banderilleó<br />
a placer, viniéndole el toro de lejos, con alegría,<br />
la que no perdió un solo momento, llegando<br />
a la muleta en inme-jorables condiciones, las<br />
que aprovechó el torero para realizar una gran<br />
faena, que culminó con certera estocada,<br />
para ganarse a ley una oreja, siéndole negada<br />
otra, que insistentemente pedía toda la plaza,<br />
recibiendo en su triunfal vuelta al ruedo, el<br />
clamor de un público entusiasta, que volvió a<br />
aplaudir, y aún en forma más delirante, la<br />
bravura de Cariñoso, cuando las mulillas lo<br />
retiraban del ruedo.<br />
Continuó el éxito de los toros de<br />
Mimiahuapam, con Manito, lidiado en tercer<br />
lugar, al que al igual que sus hermanos<br />
anteriores, dio una magnífica pelea,<br />
desentonando el torero José Luis Parada,<br />
ante tan notable bravura, que también<br />
ovacionaron los aficionados madrileños,<br />
cuando el toro era arrastrado a su destino<br />
final.<br />
Cuando se abrió la puerta de toriles y<br />
apareció en el ruedo el cuarto de la tarde,<br />
Amistoso, marcado con el número 33, un<br />
clamor de entusiasmo, era fiel reflejo de ese<br />
público de Madrid, que siempre observa con<br />
toda atención al notable toro, y ahí estaba él,<br />
arrogante, con trapío, con sus cinco primaveras<br />
y, sobre todo, con su raza, recibiendo<br />
cuatro puyazos recargando, para llegar a la<br />
franela con una condición suave y noble, sin<br />
perder un ápice su bravura, que Victoriano<br />
Valencia recibió doblándolo en varios<br />
106 El PUERTO de SANTA MARÍA - 2008