Toros Letra A.pmd - Fiestabrava

Toros Notables
en él, a fuerza de pico y pala, los asientos del
graderío, sobre el que se colocaron baldosas.
Tiene cabida para 3.000 espectadores.
34) Aceitunito:
El día (03-09-1922) tomó la alternativa
en Mérida (Badajoz, Extremadura), el hasta
entonces novillero José Ramírez (Gaonita),
cediéndole Ignacio Sánchez Mejías la muerte
de Ecijano, de la ganadería de don Santiago
Sánchez Rico -su antigüedad del (05-07-
1926)-, de pelo cárdeno y marcado con el
número 26. Quedó muy lucidamente en su
actuación aquella tarde, toreando después el
mismo año en Aranjuez, Béjar (Salamanca)
y otras plazas. En esa corrida se lidió
Aceitunito, de la vacada salmantina
española de don Antonio Pérez Tabernero, fue
muy bravo y noble, haciendo gran pelea en
todas las suertes. Esa tarde, pues, se lidiaron
en Mérida toros de dos ganadería.
35.1) Aceituno:
El diario El Heraldo (10) de Madrid
reseñó un día después la corrida celebrada
en su Plaza de Toros, ubicada en los
extramuros de la Puerta de Alcalá, la tarde
(11, véase a pie de la siguiente página) del lunes
(12-06-1842). Entre los picadores anunciados:
Juan Gutiérrez (Montañés) y Joaquín Coyto
(Charpa). Los espadas: Juan Yust y
El PUERTO de SANTA MARÍA - 2008
Libro I : Letra A
Francisco Arjona Herrera (Cúchares),
figurando de sobresaliente Isidro Santiago;
pero aunque esto se anunciaba, como de
anunciar a hacer hay gran trecho, Yust no se
presentó en la Plaza. Cúchares vestía de
morado, y en celeste Isidro, ambos con
caireles y guarniciones de plata.
El segundo toro, que se llamaba
Aceituno, fue el mejor de su casta. De pelaje
rubio, grande y algo cornidelantero, fue seco
y duro en sus arremetidas. A la primera de
cambios mató el caballo de Montañés, y como
hizo lo mismo con los tres que tras aquel
sacó, Charpa se hallaba solo a cada instante
en la Plaza. Pero no debe pesarle, vista la
copia de aplausos que arrancó su osadía, su
arrojo y habilidad. Con haber puesto más
varas, con haber salido a los medios, todavía
conservaba su caballo, que se echó el
comenzar el tercio de las banderillas, mientras
que su compañero había despachado cuatro
caballos. Charpa era joven y principiante, pero
sobresalía ya sobre los demás y prometía
igualar un día a los Mingués y Corchados. Su
mano de rienda era excelente, sacaba el
caballo siempre en regla, y acudía con
maestría, como por tres veces realizó aquella
última corrida de la tarde, a defender la vida
del caballo dejando arrastrar el palo para que
el toro huyera cuando recargaba por detrás.
Aceituno tomó 16 varas, y Minuto con el
(10) Apareció por primera vez en los kioscos de Madrid el Diario «El Heraldo», la mañana
del (13-06-1842), dedicando bastante espacio a la crítica taurina. El revistero no firma sus crónicas,
ni utiliza seudónimos. Destacaba el detalle de la descripción y las características de los toros, así
como su comportamientos en la suerte de varas, que era a lo que concedía mayor importancia,
reseñando la relación de picadores primero, seguido de los espadas, sin incluir a los banderilleros.
En la crónica de la corrida celebrada el lunes (12-06-1842), de su primer número dedicó la totalidad
de la reseña a la actuación de Joaquín Coyto (Charpa), y a la popularidad de que gozaban los
picadores, en base a la referencia retrospectiva al decir que podría alcanzar la fama de los Mingués
y de Luis Corchados, y menciona la «copia de aplausos que Charpa recibió por su osadía», cuando
aún no se daban noticias sino esporádicamente de la reacción del público, y ello en una corrida en
la que toreaba Francisco Arjona Herrera (Cúchares). En cuanto a los banderilleros, citó de pasada
dos veces a Blanco y su compañero, del que sólo dice que vestía de morado y plata, y a Minuto por
un salto al trascuerdo, y por las banderillas que puso en compañía del sobrino de Jordán a un toro
reparado de la vista. Pero nada dice la crónica de cómo ejecutaron las suertes y la posición de los
palos. De Cúchares, en una corrida que calificó de buena y divertida, concluye que es atolondrado y
que no se para delante del toro, limitándose a pinchar y a matar sus toros por
donde le viene en ganas.
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