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Toros Letra A.pmd - Fiestabrava

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<strong>Toros</strong> Notables<br />

38.4) Aceituno:<br />

El Puerto de Santa María abrió su<br />

temporada taurina en la Plaza Real la tarde<br />

del (27-05-1888), con una entrada regular,<br />

llegando mucha gente desde Cádiz, en la que<br />

actuaron Luis Mazzantini y Eguía –después<br />

de la corrida del (21-06-1885) ya no volvió a<br />

torear en El Puerto hasta tres años después-<br />

, y Fernando Gómez (El Gallo), en un<br />

interesante mano a mano, lidiando ganado<br />

de Piál, del conde de la Patilla, que llegó tres<br />

días antes del festejo a la estación de<br />

ferrocarril, transportada en cajones (12) sobre<br />

el tren, por lo que a partir de esa fecha dejaron<br />

de llegar al Puerto los toros por la Cañada<br />

Real. Fue puesta de manifiesto en el lugar<br />

denominado Palmar de la Victoria, para la<br />

noche antes trasladarla a los corrales de la<br />

plaza. Hasta esa fecha las corridas llegaban<br />

desde la dehesa donde se criaban, como era<br />

natural por entonces, a través de las cañadas,<br />

recorriendo las distancias en interminables<br />

jornadas. La venida en cajones en ferrocarril,<br />

fue todo un adelanto para la mejora y<br />

condiciones del ganado a lidiar en aquellos<br />

últimos años del siglo XIX. Luis Mazzantini,<br />

cabeza de cartel aquel día, cobró 19.000<br />

reales y Fernando Gómez (El Gallo) 13.000.<br />

Fue la primera corrida de la temporada,<br />

misma que arrojó: ingresos: 109.924; gastos:<br />

121.944; quebranto: 12.020 Rdv.<br />

El Sr. Gobernador se encontraba en<br />

un palco acompañado del Delegado de<br />

El PUERTO de SANTA MARÍA - 2008<br />

Libro I : <strong>Letra</strong> A<br />

Hacienda y el Coronel de la Guardia Civil. En<br />

los toros del Conde hubo como en botica: de<br />

todo. Mataron entre todos 12 caballos y casi<br />

todos estaban astillados de algún pit´´on.<br />

1º Pimenter, castaño claro, con el<br />

nº 57, bien encornado y astillado de los dos,<br />

fue bueno. Le correspondió a Fernando<br />

Gómez (Gallo). Lo toreó a la perfección, haciendo<br />

magistrales quites, ejemplar lidia y<br />

certero en su muerte, pues le asestó una<br />

buena estocada.<br />

2º Canario, jabonero, con el nº 21,<br />

y estaba bien encornado fue también bueno,<br />

habiéndole correspondido a Mazzantini,<br />

estuvo oportuno en la brega y con la muleta<br />

algo más despegado que de costumbre.<br />

Superior, matándolo de una estocada por todo<br />

lo alto que le hizo rodar. En este segundo toro<br />

los picadores se negaron a picarlo,<br />

ignorándose la dificultad que tendrían las<br />

garrochas.<br />

3º Aceituno, castaño albardado,<br />

con el número 109, bien puesto y astillado,<br />

perteneció a el Gallo, siendo fogueado por<br />

su mansedumbre, pero fue bueno en el último<br />

tercio. Lo toreó a la perfección, haciendo<br />

magistrales quites, ejemplar lidia y certero en<br />

su muerte, pues le asestó un buen volapié,<br />

después de un pinchazo.<br />

4º Comerciante, colorado, con el<br />

nº 119, bien encornado y astillado del<br />

derecho, correspondió a Mazzantini, siendo<br />

bueno en todos los tercios. Pero a la hora de<br />

(12) Con respecto al uso de los cajones, refiere don José María de Cossío que «la innovación, como<br />

toda novedad -así lo vivió este autor con la introducción del sistema de inyecciones a distanciaprodujo<br />

protestas y polémicas y se discutieron ampliamente ventajas e inconvenientes. Aun<br />

coleaban tales alegatos bastantes años después. He aquí como razonaba, en 1877, el periódico<br />

taurino «El tío Juanero», que se publicaba en Málaga: «¿Cuál es la causa que modifica el carácter<br />

salvaje de las fieras? La reclusión. En los estrechos límites de una jaula, el animal más feroz acaba<br />

por domesticarse y perder las fuerzas prodigiosas que desarrolla en estado salvaje en los campos...<br />

Se les hace entrar en unas jaulas estrechas, sin ventilación suficiente..., proporcionándole para<br />

mayor castigo más cargas y descargas en la estación de salida y arribo...» Este era el patrón de las<br />

censuras que aun tenían eco muchos años después, si bien siempre complicadas con la nostalgia<br />

de los encierros que habían venido a ser espectáculo en muchos sitios tan apasionante y apetecido<br />

como la corrida misma. Tal la protesta que en 1894 promovieron en Portugal grupos de aficionados<br />

para que las conducciones de los toros se hiciera como siempre, y no en jaulas. El periódico<br />

profesional «O forcado» se hizo cargo de ella para defender el nuevo sistema, aunque sin oponerse<br />

a la diversión del tradicional encierro.<br />

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