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Toros Letra A.pmd - Fiestabrava

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<strong>Toros</strong> Notables<br />

público y siendo premiado con música. No<br />

gustaron las suertes que ejecutaron con los<br />

dos últimos becerros que se lidiaron con<br />

objeto de que se lazaran y jinetearan los<br />

mexicanos, pues resultaron suertes aburridas,<br />

aunque trabajaron con acierto.<br />

Cuadrilla de Tortero: Picadores,<br />

Manuel Rodríguez (Cantares) y José Gutiérrez<br />

(Cano). Banderilleros, Regaterillo, el Chaval<br />

(que dio el salto de la garrocha) y Lobito.<br />

Cuadrilla de Torerito: Picadores, Juan<br />

el de los Gallos y Antonio Pérez (Mellado).<br />

Banderilleros: Bernardo Hierro, José y Antonio<br />

Bejarano.<br />

En otra crónica se dice: Ponciano<br />

Díaz, célebre matador-charro mexicano, que<br />

vino a España al frente de una escaramuza<br />

de charros y que hicieron en nuestros ruedos<br />

diversas y atractivas exhibiciones de ese<br />

toreo a caballo, integrado por varias suertes,<br />

incluyendo el vistoso y arriesgado «salto de<br />

la muerte», actuaron la tarde del (18-08-1889)<br />

en la Plaza Real del Puerto. Además de poner<br />

banderillas desde lo alto de su montura<br />

charra, Ponciano y sus dos compañeros,<br />

Agustín Oropeza y Celso González, ejecutaron<br />

diversas suertes montadas, todas<br />

desconocidas por los aficionados portuenses,<br />

cuyo solo nombre ya venía impregnado<br />

de la bravía tierra mexicana: el «coleadero»,<br />

el «jaripeo», las «manganas»… y el lazado<br />

de las reses con las «reatas» al estilo de su<br />

país, para retirarlas del ruedo, sin necesidad<br />

de la intervención de los cabestros. Uno de<br />

los toros muertos –para torear los cuales en<br />

lidia ordinaria estaban las cuadrillas de<br />

Enrique Santos (El Tortero) y Rafael Bejarano<br />

(Torerito)-, sería arrastrado, según anunciaban<br />

los carteles, al estilo de México, por<br />

las dos airosas jacas de Ponciano, llamadas<br />

General y Avión.<br />

La visita de los charros despertó en<br />

El Puerto una lógica curiosidad, debido a su<br />

procedencia, y en general por las tierras de<br />

allende de los mares, y fueron incontables<br />

los toreros españoles que, tras terminar la<br />

temporada en España, se embarcaron y así<br />

El PUERTO de SANTA MARÍA - 2008<br />

Libro I : <strong>Letra</strong> A<br />

lo siguen haciendo, para el Nuevo Mundo en<br />

busca de gloria y dinero, y siguiendo esa ruta<br />

nos encontramos a Bernardo Gaviño Ruedo,<br />

de Puerto Real, y a D. Luis Mazzantini, que<br />

según señala Cossío, fue el primer español<br />

que abrió la oportunidad americana a los<br />

diestros peninsulares, pero no es así, porque<br />

algunos otros diestros se le adelantaron.<br />

También fueron muchos los lidiadores<br />

americanos, especialmente los mexicanos<br />

que, cruzando el Atlántico en dirección<br />

opuesta, vinieron a torear a España, creándose<br />

así una doble corriente de ida y vuelta<br />

que cada vez hermanaba más los toreros del<br />

Nuevo y Viejo Mundos. El más importante de<br />

los diestros mexicanos que alcanzaron fama<br />

y prestigio en las Plazas de España, hasta el<br />

El matador-charro mexicano<br />

Ponciano Díaz actuó en El Puerto.<br />

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