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Un segundo tipo de crítica presente en la Geografía de Wolf muestra una faceta<br />
interesante del científico porque evidencia su reacción frente a las críticas que él mismo<br />
r<strong>ec</strong>ibe de su trabajo y las teorías que desarrolla. Es el caso de la pelea con Hermann<br />
Karsten 206<br />
que según Wolf se inicia en 1873 cuando se “atrevió” a atacar sus<br />
“disparatadas teorías volcánicas”. A partir de ese momento – r<strong>ec</strong>lama Wolf - el señor<br />
Karsten “no pierde ocasión de contrad<strong>ec</strong>irme, y de hacer sosp<strong>ec</strong>hosas mis<br />
observaciones” 207 . La pelea de Wolf responde a la falta de argumentación científica con<br />
la que Karsten critica sus teorías: “también le par<strong>ec</strong>e improbable, que el mercurio de<br />
Azogues provenga de la arenisca. ¿Por qué? ¿Acaso solamente porque a mí me par<strong>ec</strong>ió<br />
probable?” (Wolf, 1975: 403). Wolf refuerza su crítica a la posición de Karsten<br />
apoyándose en el trabajo de uno de sus discípulos, Augusto Martínez:<br />
El señor Augusto N. Martínez describió esta erupción en algunos artículos<br />
(erupción del Tungurahua 11 enero 1886) publicados en “La Nación” de<br />
Guayaquil en el año citado. En lo esencial no se distinguió de las grandes<br />
erupciones del Cotopaxi, y de nuevo dio al suelo con la teoría de Karsten,<br />
y con la opinión de que los volcanes modernos del Ecuador no arrojen lava<br />
líquida (Wolf, 1975: 403).<br />
Ahora, un tercer elemento de crítica en su Geografía tiene que ver con la enorme<br />
producción literaria de los viajeros europeos que visitan tierras americanas. En este<br />
Velasco: “Es de sentir que Velasco no nos indica las fuentes, de que ha tomado esas noticias de la<br />
geografía antigua, para poder distinguir lo que hay de positivo de lo que él añadió de su propia fantasía, a<br />
la cual en su Historia dio riendas sueltas demasiadas v<strong>ec</strong>es, como se sabe” (Wolf, 1975: 549).<br />
205<br />
“Los indios de la Región oriental son del todo distintos de los que acabamos de describir (los indios<br />
de la sierra), y el señor Villavicencio no debía unir los del Napo y de Canelos con la “familia de los<br />
Quitus”, sólo porque hablan el quichua (Geogr. Pág. 168); pues, como he dicho en otro lugar, han<br />
r<strong>ec</strong>ibido este idioma muy tarde por los misioneros (…) la mejor y más detallada descripción de ellos, así<br />
como de los demás pueblos de la región oriental, se encuentra en la Geografía de Villavicencio (págs..<br />
169-350), de cuya fuente ha tomado también el señor Cevallos (VI, págs.. 160-174)” (Wolf, 1975: 581).<br />
206<br />
Naturalista alemán (1817-1908) que viaja por Colombia y Ecuador entre 1852 y 1854 y publica en<br />
1886 su obra Géologie de l'ancienne Colombie Bolivarienne, Vénézuéla, Nouvelle Grenade et Equateur.<br />
(Berlín: R. Friedlander and Sohn).<br />
207<br />
“Dice que yo por error he tomado las galerías subterráneas de Huaizhun (que él nunca ha visto) por<br />
minas; las llama antiguas canteras, de donde talvez se ha sacado material de construcción (¡) (H.<br />
Karsten, Geólogos de l´ancienne Colombie Bolivarienne, pág. 45). ¡Como si yo no podría distinguir una<br />
cantera de los antiguos trabajos de minería, tan característicos, que los españoles han ej<strong>ec</strong>utado en los<br />
siglos pasados en las provincias del Azuay y de Loja (Zaruma), y de que he visitado muchísimos¡ ¿Por qué<br />
el señor Karsten r<strong>ec</strong>haza aquí la tradición constante, apoyada esta vez por la existencia de las minas<br />
antiguas, cuando con tanta facilidad cita las tradiciones y lo que le contaron los naturales del país, siempre<br />
que se trata de apoyar sus propias opiniones, por más contrarias que sean a una observación exacta?”<br />
(Wolf, 1975: 403).<br />
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