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Medio Oriente. De h<strong>ec</strong>ho, refiriéndose a estas regiones del mundo, Said (1978) destaca<br />
que existió una fuerte intención de apropiación imperial ligada a procesos de<br />
imaginación geográfica desde Europa. En este sentido, la suma de esp<strong>ec</strong>ulaciones sobre<br />
territorios lejanos, permitió llenar los espacios en blanco de los mapas imperiales. Esta<br />
utilidad de la geografía para el proy<strong>ec</strong>to imperial estuvo en el origen de la<br />
multiplicación de sociedades geográficas en Europa durante el siglo XIX que tuvieron,<br />
como parte de sus objetivos, la exploración y apropiación intel<strong>ec</strong>tual de varias partes de<br />
Asia, África, el Medio Oriente y América. Pero en la misma época, América Latina se<br />
encontraba en un momento distinto dentro de la experiencia colonial-poscolonial.<br />
Comparado con África y gran parte de Asía, América Latina tiene una larga historia<br />
poscolonial por lo que las imaginaciones visuales y discursivas de su espacio han sido<br />
elementos cruciales en el desarrollo de sus estados poscoloniales (Radcliffe, 1996: 25).<br />
Por esta razón, las sociedades geográficas europeas y el proy<strong>ec</strong>to geográfico colonial<br />
fueron sustituidos por un proy<strong>ec</strong>to geográfico nacional desencadenando una serie de<br />
dinámicas que para Qayum (2002: 298) pueden concebirse bajo la noción de<br />
“colonialismo interno”. Los proy<strong>ec</strong>tos geográficos latinoamericanos fundan un nuevo<br />
tipo de deseo de conquista (de la población indígena, de la tierra, de los r<strong>ec</strong>ursos, de las<br />
fronteras) dentro de una visión de expansión del poder nacional. Así, a medida que el<br />
proy<strong>ec</strong>to nacional se lanza a empujar hacia atrás las fronteras externas a través de la<br />
incorporación, muchas v<strong>ec</strong>es imaginaria, de las regiones periféricas, su “lógica<br />
colonial” intríns<strong>ec</strong>a intenta superar las fronteras internas a partir de la domesticación de<br />
regiones y poblaciones indígenas extrañas y poco asimiladas; es el caso de la debatida<br />
“<strong>ec</strong>uatorianidad” de los salvajes de la selva que discutimos anteriormente. Se da<br />
entonces la reproducción de una relación colonizador-colonizado dentro de la República<br />
como parte de una deseada conquista ef<strong>ec</strong>tiva del territorio. Como hemos afirmado a lo<br />
largo de este estudio, dentro del contexto latinoamericano la expansión de la geografía<br />
debe ser estudiada como un campo de conocimiento poscolonial (Qayum, 2002: 277-<br />
278).<br />
Ahora, vale la pena plantear la pregunta de cuán excepcional es el caso de<br />
construcción del territorio <strong>ec</strong>uatoriano frente a lo que sucede en otras naciones de<br />
América Latina. ¿La estabilidad territorial es algo común en la región, como lo plantea<br />
Demelas (2010), o es el problema del territorio, tanto en la imaginación como en la<br />
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