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La posibilidad de la raza jívara es la posibilidad del Oriente en Zapikia y Nanto.<br />

De este escenario es que Proaño ve surgir el “futuro Ecuador, bello como un fénix, e<br />

inmenso como un imperio; y vio locomotoras i vapores cruzar las llanuras i cruzar los<br />

ríos, llevando consigo las maravillas que los siglos se habían complacido en ir<br />

amontonando en estas vírgenes selvas, y que la industria humana ha ido transformando<br />

de brillantes mariposas, i millones de aves de respland<strong>ec</strong>iente plumaje i divino canto”<br />

(Álvarez, 2003: 83). El Oriente es concebido de una manera tan extraordinaria en<br />

Zapikia y Nanto que las palabras no son suficientes y Álvarez concluye que “sólo el que<br />

ha venido al Oriente, ha podido ver y oír cosas tan extraordinarias”. En el Oriente de<br />

Álvarez, en este “mundo de pura poesía” (Álvarez, 2003: 151) “hay melodías no<br />

descubiertas por Bellini” y “conciertos ante los cuales quedarían débiles las poderosas<br />

sinfonías de Beethoven” (Álvarez, 2003: 91).<br />

Pero la contemplación de “aquella maravilla de la naturaleza” lleva a Proaño a<br />

consideraciones políticas:<br />

Y casi se avergonzó de ser <strong>ec</strong>uatoriano, al ver cómo los gobiernos de su<br />

país se habían preocupado tan solamente de una política de mala ley, y de<br />

que nada, nada hubiesen h<strong>ec</strong>ho por volver accesible esta región magnífica<br />

de riquezas varias ilimitadas, que a gritos pedían ferrocarril (Álvarez,<br />

2003: 137).<br />

En este contexto, al igual que en los escritos de Vacas Galindo, apar<strong>ec</strong>e la preocupante<br />

figura del Perú que logra vencer “obstáculos infinitamente superiores a los nuestros” y<br />

domina “hasta en nuestro territorio, a través de distancias inconmensurables, de ríos y<br />

montañas formidables”. El Ecuador, en cambio, “que casi todo ha tenido al alcance de<br />

sus manos”, no es capaz “de dar un solo paso en el sentido de salvar las barreras que la<br />

naturaleza ha puesto entre el Oriente y el resto de la República” (Álvarez, 2003: 137).<br />

En carta a un amigo Proaño dice:<br />

Yo le estoy muy agrad<strong>ec</strong>ido a García Moreno, que creyendo hacerme un<br />

mal, me ha h<strong>ec</strong>ho un bien inmenso. Me considero uno de los más<br />

afortunados de la tierra, al ver que he podido penetrar siquiera una vez en<br />

mi vida por estas selvas maravillosas, que así me deleitan como me<br />

asombran (Álvarez, 2003: 231) 353 .<br />

353<br />

“En una de mis publicaciones relativas al Oriente Ecuatoriano, se lee el párrafo siguiente: “se<br />

comprende el asombro de estos grandes sabios (Humboldt y otros) al contemplar en imaginación la futura<br />

grandeza del Amazonas, si se toma en cuenta la riqueza acumulada por miles de siglos en una hoya de la<br />

cual se ha dicho es seis v<strong>ec</strong>es más grande que la Francia, y por donde el río monstruo tiene que r<strong>ec</strong>orrer<br />

mil quinientas leguas hasta llegar al Atlántico, y por donde va r<strong>ec</strong>ibiendo mil y tantos poderosos<br />

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