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y cartográfico que empezaría a ser reproducido y diseminado en las escuelas públicas<br />
por el régimen liberal” (Diaz Ángel, 2008:69).<br />
A pesar de estos avances cartográficos en los países v<strong>ec</strong>inos, Wolf resalta que todos<br />
se encuentran inmersos en el mismo problema de no tener bases sólidas en temas<br />
astronómicos ni territoriales. Como menciona Wolf en la cita con la que comenzamos<br />
esta s<strong>ec</strong>ción, la descripción geográfica de un país comienza por la indicación de su<br />
posición astronómica y de su extensión. En relación con la extensión del país, vinculada<br />
con el problema de límites, ya hemos discutido que Wolf no toma posición sino que<br />
espera instrucciones esp<strong>ec</strong>íficas del gobierno. Pero en relación con el problema<br />
astronómico, su posición es mucho más definida. De h<strong>ec</strong>ho, el problema de la falta de<br />
datos astronómicos, dificultad que comparte con las cartas de Colombia y Perú, lleva a<br />
Wolf a discutir y cuestionar fuertemente el trabajo del Observatorio Astronómico de<br />
Quito. De igual manera, dentro de una discusión más amplia, las determinaciones<br />
astronómicas lo proy<strong>ec</strong>tan dentro de una discusión entre la geografía universal y la<br />
geografía nacional.<br />
Así, Wolf cita un pasaje de Raimondi (Perú, I: 65) para mostrar “que en todas partes<br />
de Sudamérica el geógrafo se encuentra con las mismas dificultades por ahora<br />
insuperables, con que tropezamos en el Ecuador” 215 (Wolf, 1975: 631-632). “¡Ojalá que<br />
tuviéramos siquiera 15 o 20 puntos bien determinados y situados a distancias<br />
convenientes en la extensión longitudinal del país sobre la Cordillera occidental o entre<br />
ella y la oriental!” exclama Wolf, puntos con los que “un geógrafo práctico y bien<br />
ejercitado podría construir un mapa muy exacto sin más materiales astronómicos, y<br />
apoyándose en sus triangulaciones y demás operaciones geodésicas, y en sus<br />
itinerarios”. Sin embargo, estos puntos no existen, y el geógrafo debe trabajar sin estos<br />
instrumentos. De h<strong>ec</strong>ho, la determinación de la longitud de un punto implica una serie<br />
de observaciones difíciles que n<strong>ec</strong>esitan de grandes conocimientos astronómicos. Wolf<br />
admite que él no tiene los conocimientos ni los instrumentos para hacerlo, por lo que<br />
insiste en la “importancia de que se ej<strong>ec</strong>ute este trabajo de determinar aquellos puntos<br />
215<br />
“Esta dificultad, con que el geógrafo tropieza desde el principio de sus estudios, proviene no solamente<br />
de la incertidumbre y la vaguedad de los límites con que los países circunv<strong>ec</strong>inos en todos sus detalles,<br />
sino de la falta de un número suficiente de posiciones astronómicas y de la poca seguridad de las que<br />
existen actualmente. En cuanto al último punto, de todos los países sudamericanos el Ecuador tal vez se<br />
halla en la condición peor, porque ni un solo punto de su territorio, incluso el Observatorio Astronómico de<br />
Quito, está determinado astronómicamente con la exactitud suficiente” (Wolf, 1975: 33).<br />
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