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para poder ser r<strong>ec</strong>onocidos en sus resp<strong>ec</strong>tivas patrias. Este h<strong>ec</strong>ho sugiere una segunda<br />
l<strong>ec</strong>tura de la relación entre nación y ciencia universal. Estos científicos llevan a cabo sus<br />
prácticas en lugares apartados y desconocidos (ciencia local), pero sus escritos se<br />
dirigen a sus compatriotas que forman parte del pequeño círculo intel<strong>ec</strong>tual que debate y<br />
analiza la ciencia universal. En un inicio, ellos ven estas naciones remotas como una<br />
oportunidad de r<strong>ec</strong>onocimiento ya que son espacios donde no se ha h<strong>ec</strong>ho ciencia y, por<br />
ende, espacios donde cualquier trabajo es un descubrimiento y un aporte para la ciencia<br />
universal. Pero sus esfuerzos no solo les permiten inventarse como científicos en tierras<br />
desconocidas, sino que a medida que r<strong>ec</strong>orren, descubren, clasifican y narran van<br />
también inventando la nación de cara a la ciencia universal. En este sentido, el caso de<br />
Jameson y Osculati refuerza la l<strong>ec</strong>tura anterior de la nación como condición de<br />
posibilidad de la ciencia, pero también muestra cómo estos científicos, a través de la<br />
calibración que transforma la ciencia local en ciencia universal, construyen la nación<br />
para estar en el mapa de la ciencia universal.<br />
La pregunta que cabe formular entonces es qué rol cumple el estado en este<br />
proceso. Al par<strong>ec</strong>er, si la ciencia local se construye gracias al espacio de posibilidad que<br />
le brinda la nación, pero a la vez construye nación para entrar dentro del mapa de la<br />
ciencia universal; existiría un espacio o un campo científico, donde son otros los<br />
actores, y no el estado, los que dirigen ciertas iniciativas nacionales. Esta podría ser una<br />
forma distinta de leer la propuesta inicial de Villavicencio: si el que trabaja sin guía<br />
tiene el honor de la invención, podríamos interpretar que el científico que trabaja fuera<br />
de una matriz institucional definida por el estado, tiene el honor de inventar su objeto de<br />
estudio en función de un público y de una serie de r<strong>ec</strong>onocimientos que están por fuera<br />
de las fronteras del estado; es d<strong>ec</strong>ir, puede inventar la nación para la ciencia universal.<br />
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“Apenas este volumen encuentre en el público una benigna acogida, yo no dejaré de ofr<strong>ec</strong>erle un<br />
segundo libro, del cual ya puse en orden los materiales, donde me dedicaré a exponer el resto de mis viajes<br />
a las dos Américas, esforzándome así en ofr<strong>ec</strong>er a los italianos una ilustración casi completa del Nuevo<br />
Continente, que en varias ocasiones r<strong>ec</strong>orrí desde los lagos de Canadá hasta la Tierra del Fuego. Espero<br />
que este trabajo mío pueda procurarme la estimación y benevolencia de mis compatriotas, y no resultar<br />
totalmente estéril para las ciencias naturales y los estudios geográficos. El desconocido viajero que, no<br />
confortado por nacionales r<strong>ec</strong>ompensas, ni sostenido por la prot<strong>ec</strong>ción de ningún Gobierno, quiso<br />
aventurarse a tan riesgosas exploraciones, no pide ningún otro premio, no pretende otra compensación<br />
para sus fatigas y los sacrificios soportados” (Osculati, 2000:19).<br />
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