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punto, Wolf no solo resalta elementos de interpretación científica 208 , como es el caso de<br />

los dos puntos anteriores, sino que incorpora un carácter social dentro de sus<br />

determinaciones metodológicas. En este punto, la posición de Wolf es poco<br />

conciliadora:<br />

¡Cuántos disparates, cuántas injusticias contienen estos libros! Unos pintan<br />

sus hazañas y aventuras de tal modo, que el l<strong>ec</strong>tor debe creer que el héroe<br />

ha vivido entre antropófagos; otros generalizan ciertas costumbres malas o<br />

ridículas de la plebe de manera que se debería suponer, que en el Ecuador<br />

no existe ninguna sociedad culta; otros ridiculizan las costumbres sólo<br />

porque no son las mismas que las de su país (Wolf, 1975: 586).<br />

Esta crítica tiene resonancia, como vimos en la s<strong>ec</strong>ción anterior en el caso de Reiss y<br />

Stübel, con la intención de este nuevo tipo de científico de diferenciarse del aventurero<br />

y crear una reputación distinta que ya no se base en el espíritu curioso de estos viajeros<br />

sino que resalte una disciplina y un orden en la investigación del mundo. Sin embargo,<br />

en esta crítica encontramos también un distanciamiento frente a la posición de Stübel.<br />

De h<strong>ec</strong>ho, Wolf desaprueba el juicio rápido e irresponsable que formulan los europeos<br />

“que cruzan rápidamente el Ecuador, casi sin llegar al contacto con sus habitantes, con<br />

excepción de algunos arrieros, sin conocer a v<strong>ec</strong>es la lengua del país”. Dentro de este<br />

contexto, para Wolf es imposible que logren “componer un cuadro general de las<br />

costumbres públicas y dar fallo justo sobre su estado social”. En este sentido, Wolf se<br />

lamenta del h<strong>ec</strong>ho de que, a pesar de estas circunstancias, “en el exterior se conoce el<br />

Ecuador, en cuanto a su estado social, casi sólo por las relaciones de tales viajeros”<br />

(Wolf, 1975: 586):<br />

Cuántas cosas chocan al principio, que más tarde gustan y par<strong>ec</strong>en muy<br />

naturales! ¡Oh, la ignorancia que reina en Europa resp<strong>ec</strong>to a los países<br />

208<br />

El siguiente párrafo pone en evidencia la crítica de Wolf en relación con la validez científica de los<br />

relatos de los viajeros “Nadie nos ha dado todavía la característica clara y compendiosa de esas zonas y<br />

variaciones locales. Por supuesto, no podemos exigir descripciones completas, para esto se n<strong>ec</strong>esitaría un<br />

tomo, a lo menos, de botánica, otro de zoología, y otro de etnografía, no hablando de la topografía, y esto<br />

pasaría los límites de una geografía; sin embargo si leemos y estudiamos las descripciones de los viajeros<br />

–y existen muchísimas- debemos sentar, que son demasiado pobres en datos realmente aprov<strong>ec</strong>hables, a<br />

pesar de que agotan el tesoro de expresiones hiperbólicas, para celebrar la “vegetación exuberante” y las<br />

“riquezas inmensas” del país, añadiendo la lista estereotípica de algunas docenas de maderas y productos<br />

vegetales, que se repite en todas ellas. Si pudiéramos hacer una d<strong>edu</strong>cción segura de tales relaciones,<br />

deberíamos creer, que toda la Provincia del Oriente es un país sumamente monótono, una selva sin límite,<br />

y de la misma composición en todas partes. La descripción de esta selva es concebida en términos tan<br />

generales que puede cuadrar también a las selvas de Esmeraldas y de Manabí (si exceptuamos uno que otro<br />

árbol)”. (Wolf, 1975: 245-246).<br />

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