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Villavicencio a una comunidad científica más o menos definida. Curiosamente, en el<br />
segundo mapa del Ecuador, este poderoso vínculo entre ciencia y estado se construye en<br />
detrimento de la imaginación de la nación a través de la ciencia. Finalmente, el tercer<br />
mapa que analizamos, elaborado por el padre dominico Enrique Vacas Galindo<br />
(capítulo 4 y 5), presenta una dinámica sustancialmente distinta y marca una ruptura que<br />
plantea un interrogante sobre la funcionalidad de la ciencia para el proy<strong>ec</strong>to nacional.<br />
Así, a diferencia de los dos mapas anteriores, Vacas Galindo no muestra un interés<br />
esp<strong>ec</strong>ífico por la ciencia; sino que para él, el mapa es un h<strong>ec</strong>ho legal. Este cambio de<br />
retórica sugiere que el mapa no es solo un argumento de la ciencia incursionando en la<br />
política sino que puede ser dir<strong>ec</strong>tamente un argumento de lo político.<br />
En definitiva, en el debate sobre la construcción del espacio se hacen evidentes<br />
varias bases de legitimidad sobre las que se construyen distintas formas de<br />
conocimiento y su autoridad para determinar la interpretación de los eventos. Por un<br />
lado, el tema de la ciencia europea, su interacción con la ciencia local y otras formas de<br />
conocimiento del mundo es un punto clave que se encuentra atravesado por un afán de<br />
progreso. Pero estas ideas europeas de progreso, junto con sus prácticas científicas,<br />
introdujeron un tipo de lenguaje y un tipo de conocimiento que influyó parcialmente en<br />
la forma en la que los <strong>ec</strong>uatorianos interpretaron su espacio. Así, la representación,<br />
clasificación y organización del territorio se hace en función de varios sistemas de<br />
conocimiento; la ciencia europea no logra convertirse en la única fuente de saber<br />
verdadero y legítimo. Los geógrafos locales, como Villavicencio y Vacas Galindo,<br />
interpretaron a su manera y en función de sus prioridades el espacio que les rodeaba.<br />
Esta limitada hegemonía de la ciencia europea en la imaginación del espacio<br />
<strong>ec</strong>uatoriano es también evidente en las construcciones <strong>edu</strong>cativas y literarias del<br />
territorio que revisamos en el sexto capítulo de esta investigación. Las formas de<br />
socialización de la información geográfica, se basan en distintos niveles de traducción<br />
donde se hace evidente los gustos y prioridades de los distintos autores y la falta de<br />
control de la información oficial. Esta constatación refuerza el concepto que propusimos<br />
al inicio de este trabajo de ver los discursos alrededor de la geografía como<br />
interacciones dentro de lo que Pratt llama una “zona de contacto” (1992: 4). En este<br />
sentido, y en acuerdo con la propuesta de Raj (2007) el debate alrededor del significado<br />
y uso de la geografía a lo largo del siglo XIX se da en función de un proceso de<br />
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