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motivo de su sacrificio forzado (acompañar en la muerte a su nuevo esposo) no tiene<br />

ninguna relación con los valores de la religión católica. Para Villavicencio, el rol de la<br />

religión en el Oriente <strong>ec</strong>uatoriano se resume a una discusión entre fanatismo 317 y<br />

barbarie. “¿De qué modo llegarían a ser (los salvajes) más útiles a la nación – se<br />

pregunta Villavicencio (1984: 364) - pasando a ser fanáticos o conservándose<br />

salvajes?”. La respuesta no es difícil para el juicio del geógrafo, “si se atiende a dos<br />

cosas: (1) que es más fácil viajar en país de fanáticos que de salvajes, y (2) que se puede<br />

r<strong>edu</strong>cir a un pueblo fanático i establ<strong>ec</strong>er relaciones de comercio con él, pero con un<br />

pueblo salvaje no se puede ni uno ni otro”. Finalmente, Villavicencio concluye que “a la<br />

nación no le queda más arbitrio que civilizarlos, o contar con un territorio del cual no<br />

sacará ventaja alguna por muchos años”.<br />

A la Costa: mártires de una idea confusa<br />

Hacia el ocaso se descubre otra zona, otra naturaleza, un<br />

mundo nunca imaginado por el habitante de las cordilleras<br />

(…). Esa tierra vaporosa, esa llanura infinita, es la Costa<br />

<strong>ec</strong>uatoriana (Martínez, 1998: 144-145).<br />

A la Costa escrita por el ambateño Luis A. Martínez fue publicada en 1904. El presente<br />

de la obra abarca 10 años, de 1890 a 1900. Desde el título, la novela nos habla del<br />

desplazamiento de la población serrana hacia la costa en busca de porvenir.<br />

La primera influencia (1) que podemos identificar entre la visión geográfica de<br />

Teodoro Wolf y la novela de Martínez es que no existe el Oriente en A la Costa 318 . A<br />

pesar de que Martínez tiene una visionaria preocupación por la región oriental 319 , en su<br />

novela el Oriente no par<strong>ec</strong>e formar parte del cuerpo de la nación. De h<strong>ec</strong>ho, siempre que<br />

el autor hace alusión al país en su conjunto, lo construye como producto de la suma de<br />

dos fracciones: la costa y la sierra. En este contexto, el momento más importante de la<br />

novela, en términos de construcción de nación, corresponde a los eventos relacionados<br />

317<br />

Villavicencio (1984: 364) habla de “fanatismo” en relación con la experiencia de las misiones del<br />

Paraguay: “¿se teme que las misiones del Oriente llegaran a ser lo que las del Paraguay, esto es, pueblos<br />

fanáticos y débiles?”.<br />

318<br />

De h<strong>ec</strong>ho, Martínez sólo menciona el Oriente al referirse a Ibarra en el terremoto: “los árboles mismos,<br />

los copudos nogales, las palmas, los sauces verdes, que daban a Ibarra un asp<strong>ec</strong>to de ciudad oriental”<br />

(Martínez, 1998: 37).<br />

319<br />

Según Araujo (1989: 13) Martínez sueña con instalar ahí colonias agrícolas y utilizar la navegación<br />

fluvial para poder aprov<strong>ec</strong>har la riqueza de la selva, apoya de manera muy activa el proy<strong>ec</strong>to de<br />

ferrocarril a Curaray.<br />

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