www.flacsoandes.edu.ec
www.flacsoandes.edu.ec
www.flacsoandes.edu.ec
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
el detalle del terreno. En este contexto, Álvarez insiste varias v<strong>ec</strong>es sobre el profundo<br />
conocimiento que tienen los jívaros de su territorio. Así, en varias ocasiones Proaño<br />
confirma que los “jívaros eran buenos geógrafos por instinto” (Álvarez, 2003: 238) 342 .<br />
La figura del “geógrafo salvaje” propuesta por Álvarez tiene relación con la noción de<br />
“encuentros cartográficos” desarrollada por Rennie Short (2009: 13) quien sostiene que<br />
los mapas que analizamos son siempre fruto de estos encuentros entre exploradores<br />
blancos y nativos.<br />
Al igual que Nankijukima 343 de Vacas Galindo, “el ingrediente más poderoso de<br />
Zapikia y Nanto es la aventura hidrográfica en los ríos: Macuma, Chaimi, Morona,<br />
Amazonas, Pongo de Maseriche y el Kanusa (Santiago)” (Costales, 2003: 47). Álvarez<br />
describe la Región Oriental del Ecuador como un “océano de verdura”, bañado “por<br />
infinitos y caudalosos ríos” (Álvarez, 203: 76) y donde “El rey de los ríos del Oriente<br />
Ecuatoriano (es) el magnífico Morona” (Álvarez, 2003: 121).<br />
Otro elemento de cercanía entre la obra de Vacas Galindo y la obra de Álvarez<br />
es la interacción con los jívaros y su visión del rol que pueden cumplir en la sociedad<br />
<strong>ec</strong>uatoriana. A lo largo de la novela existe una evolución de los sentimientos que Proaño<br />
expresa por los jívaros. Al inicio, sólo destaca la vida en constante guerra, el dominio<br />
del territorio, y tiene repetidas meditaciones sobre lo que la historia le ha contado de las<br />
h<strong>ec</strong>atombes y grandes matanzas de los jívaros 344 (principalmente de la l<strong>ec</strong>tura de<br />
342<br />
“Te han dicho bien –dijo Intzákua- el Marañón está muy lejos, bien lejos de aquí. Y todavía se vuelve<br />
más distante – siguió diciendo- a causa de que el Morona no corre en línea r<strong>ec</strong>ta, como el Pastaza y el<br />
Santiago, ríos estos que con la violencia del tigre se lanzan siempre adelante sin torcer ni al un lado ni al<br />
otro; al paso que el Morona par<strong>ec</strong>e una serpiente dormida. Con lo cual dio a entender Intzákua las<br />
numerosas curvas, las muchas y muchas eses que este gran río iba trazando en su pesado y lento correr.<br />
Las anteriores palabras de Intzákua le hicieron pensar a Proaño que este gran geógrafo salvaje no<br />
confundía al Morona con el Santiago, sino que los consideraba distintos, según era su manera de<br />
expresarse. Datos semejantes había venido r<strong>ec</strong>ogiendo en las otras jivarías; cosa por cierto que estaba en<br />
pugna con lo que habían afirmado los civilizados <strong>ec</strong>uatorianos, quienes d<strong>ec</strong>ían que el Santiago era el<br />
mismo Morona” (Álvarez, 2003: 301).<br />
343<br />
Alvarez cita la obra de Vacas Galindo en su novela y resalta que es un “libro escrito sin arte pero con<br />
mucha verdad” (Álvarez, 2003: 383).<br />
344<br />
“Y cuanto más meditaba en esto Proaño, más su memoria se remontaba al través de los siglos, donde<br />
había visto esas horrendas h<strong>ec</strong>atombes en que los jívaros habían ido devorándose los unos a los otros.<br />
Centenares de miles en otros tiempos, y ahora…apenas han quedado unas que otras tribus vagabundas en<br />
la inmensidad del desierto. Y lo que es peor, sin darse cuenta del que a fuerza de guerra se consumen.<br />
¡Oh! Estos árboles s<strong>ec</strong>ulares, de cuánto son testigos –se d<strong>ec</strong>ía-; cuántos ríos de sangre han corrido por<br />
aquí al Amazonas; cuántas v<strong>ec</strong>es los gritos de venganza se han confundido con los rugidos de las fieras, y<br />
los ayes de las víctimas han resonado siniestros en lo más hondo de estos bosques. ¡Venganza<br />
venganza!... Grito salvaje, que así significa placer, si celebran fiestas, como significa furor si están en los<br />
combates. ¡Venganza venganza!, dicen unas v<strong>ec</strong>es, y matan; amor, dicen también alguna vez, pero matan,<br />
matan siempre, porque todo en ellos es matarse” (Álvarez, 2003: 136).<br />
222