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un viaje que ef<strong>ec</strong>tuó al “centro de los bosques” para r<strong>ec</strong>orrer las tribus záparas, r<strong>ec</strong>tificar<br />

su mapa y empadronar esta nación; y afirma que jamás se puso en duda su autoridad.<br />

Los záparos, afirma Villavicencio, “tenían entusiasmo por el gobierno del Ecuador,<br />

r<strong>ec</strong>ordaban lo que sus padres les habían contado sobre los Jesuitas y otros misioneros, y<br />

me pedían con entusiasmo doctrineros y párrocos para poder vivir reunidos y atraer a la<br />

comunidad otras tribus de lo interior de los bosques” (Villavicencio, 1858: 27-30). Aquí<br />

podemos ver una vez más como el gobierno del Ecuador y las misiones son usados casi<br />

como sinónimos en el Oriente. Villavicencio justifica esta ausencia del estado en el<br />

Oriente, y su remplazo por las misiones, al afirmar que muchas v<strong>ec</strong>es el “gobierno<br />

<strong>ec</strong>uatoriano ha estado imposibilitado por sus cuestiones civiles” (Villavicencio, 1858:<br />

30-31). En una de las cartas dirigidas al presidente Roca, encontramos la siguiente<br />

descripción del encuentro de Villavicencio con un záparo y sus inquietudes sobre la idea<br />

de comunidad política. Villavicencio asume un interesante rol de traducción tratando de<br />

hacer entender por un lado al záparo la idea de República y la figura del presidente; a la<br />

vez que explica al Presidente Roca el sistema de lealtad de los záparos:<br />

Un sáparo llamado Sargento jefe de más crédito entre los de Sinchichicta,<br />

preguntándome a quién obed<strong>ec</strong>ía, le contesté que al Gobierno de la<br />

República cuyo Presidente era V.E. y ha tomado el nombre de V. E. en la<br />

memoria haciéndome repetir constantemente. Al otro día, en el momento<br />

de despedirme, me suplicó escribiera a V. E. asegurándome que deseaba<br />

ser su amigo y en prueba de ello le remitía un regalo; acepté y di las<br />

gracias al uso de esta nación. El regalo se compone de un canasto y dentro<br />

de él tres ruedas (llaitas) de ponerse en la cabeza, un par de aretes que usan<br />

ellos, una faja con pendientes de pájaros para sus danzas, una camiseta de<br />

él y una pampanilla de la mujer más querida. Los de esta nación<br />

acostumbran cuando quieren enamistarse con algún mandarín remitirle un<br />

regalo de lo mejor que tienen, y aceptado toman el título de amigos y<br />

tienen que morir en su defensa sin poder traicionarse jamás (Villavicencio,<br />

1847: 35).<br />

Ahora, regresando al problema de los terrenos baldíos, la evaluación final que hace<br />

Villavicencio de este debate es que la cesión que el Ecuador ha h<strong>ec</strong>ho de terrenos a sus<br />

acreedores ingleses es un “buen negocio” ya que permite promover estas regiones para<br />

la inmigración. Aquí Villavicencio se expresa a favor del sueño de una inmigración<br />

europea, concebida como instrumento de modernización de la sociedad, figura que es un<br />

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