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120 POLÍTICA ECONÓMICA. 3. a EDICIÓN<br />

simplificada, lo que este autor propuso es que la situación final resultante después de<br />

llevar a cabo una determinada acción sería mejor que la de partida si, además de que los<br />

ganadores fuesen capaces de compensar a quienes pierden, estos últimos no pueden a<br />

su vez «comprar» a los que se benefician con el cambio para incitarles a que éste no se<br />

produzca. Este (test de Scitovsky) se sumaría, pues, a la condición formulada<br />

por Kaldor y Hicks, y si se cumple, permitiría asegurar que el cambio producido por<br />

una medida de política económica habría sido efectivamente positivo, desde el punto de<br />

vista del logro de un mayor bienestar colectivo.<br />

Conviene señalar, en todo caso, que el criterio de compensación de Kaldor-Hicks<br />

plantea un cierto número de problemas teóricos, empíricos y éticos importantes. En<br />

primer lugar, porque esencialmente es un criterio de y no considera el tema<br />

de la en la distribución. Es decir, sólo considera los beneficios netos y cualquier<br />

política que ponga su énfasis en tales beneficios dará lugar casi siempre a algunos<br />

perdedores reales. En segundo lugar, porque se basa en el supuesto de que la utilidad<br />

marginal de la renta es la misma para todos los individuos. Esto significa que una<br />

libra, un peso o un euro adicional se estima que es igual para un rico medio que para la<br />

media de las personas pobres; lo cual implica que todas las ganancias y pérdidas se valoren<br />

según idéntico criterio. Es decir, una pérdida de 100 dólares de un individuo se<br />

considera igual a una ganancia por la misma cifra de cualquier otra persona.<br />

Este último punto nos remite de nuevo a algunas de las preguntas formuladas por los<br />

primeros economistas del bienestar, que se planteaban, como se recordará, si un rico<br />

medio necesita más unos bienes (que quizás sean de lujo) que la necesidad que experimenta<br />

un pobre respecto a los que son de primera necesidad. La experiencia parece decirnos<br />

que mientras un ingreso extra de 100 dólares o de 150 pesos puede ser despreciable<br />

para alguien con un cierto nivel de riqueza, dicha cantidad puede ser muy<br />

importante para la media de las personas que tiene unos ingresos muy bajos. De ahí<br />

que hayan sido bastantes los economistas (Mishan y Little, entre otros) que posteriormente<br />

han defendido que, además del criterio Kaldor-Hicks, unas determinadas políticas<br />

o programas deberían ser juzgados también a partir de <br />

Es este un aspecto que en los análisis tipo coste-beneficio, por ejemplo, conduce a la<br />

necesidad —no siempre tenida en cuenta— de ponderar los costes y beneficios que revierten<br />

sobre los grupos menos favorecidos de la sociedad, tomando además en consideración<br />

no sólo los costes/beneficios directos e indirectos, sino también los de carácter<br />

no estrictamente económico.<br />

5.1.4. La función de bienestar social, ¿un posible recurso para orientar<br />

y evaluar las políticas económicas?<br />

Paul Samuelson fue desde un principio (1947) un duro crítico del principio de compensación<br />

al que se acaba de hacer referencia, y por el contrario, colaboró con A. Bergson<br />

en la formulación de la función de bienestar social, cuyos posibles fundamentos<br />

había expuesto ya en 1938. Ambos autores concibieron dicha función no como vía<br />

para , sino más para ordenar las<br />

combinaciones de todas aquellas

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