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14 POLÍTICA ECONÓMICA. 3. a EDICIÓN<br />

Las teorías arrancan de la observación de unos<br />

hechos, o de una parte de ellos, que se pretenden<br />

explicar. Pero para ser aceptadas requieren el respaldo<br />

de la evidencia. No basta conque alguien afirme<br />

que el gasto de las familias cambia al aumentar<br />

su nivel de ingresos. Hay que establecer unas hipótesis<br />

sobre el cómo y el porqué de esos cambios; de<br />

ellas podrán deducirse unas implicaciones que deberán<br />

contrastarse de nuevo con la realidad, con los<br />

hechos. Si la evidencia alcanzada es nula o muy pequeña,<br />

el científico tendrá que aceptar la imposibilidad<br />

de tomar una posición definida sobre el fenómeno<br />

estudiado. Si quiere proseguir, o bien deberá<br />

replantearse las preguntas o hipótesis de las que<br />

había partido, o bien tendrá que seguir buscando<br />

una evidencia suficiente para la teoría que había<br />

propuesto y para su capacidad para predecir hechos<br />

observables aunque todavía desconocidos.<br />

La Biología, la Física o la Química tienen una<br />

clara ventaja sobre otras ciencias. A la hora de probar<br />

algunas de las teorías que proponen, pueden<br />

acudir no sólo a registrar y analizar los fenómenos<br />

o reacciones que intentan explicar, sino que el investigador<br />

puede desarrollar experimentos controlados<br />

en un laboratorio, a pesar de que más tarde<br />

también recurra a una contrastación empírica con<br />

datos o hechos tomados de la realidad. La Economía,<br />

al igual que otras ciencias sociales y algunas<br />

que no lo son, no pueden utilizar este tipo de apoyos<br />

para probar el valor de una teoría. La evidencia<br />

que precisa debe buscarla en los hechos y datos del<br />

pasado, por muy próximo que éste sea, o bien debe<br />

esperar a que el futuro le suministre las observaciones<br />

necesarias para contrastar la teoría en cuestión.<br />

Entre tanto, y si no existe otra teoría mejor, es<br />

posible que la comunidad científica —o una parte<br />

de ella— acepte dicha teoría como una posible explicación<br />

de los hechos. Sin embargo, en cualquier<br />

momento puede ser desechada de forma definitiva,<br />

ser modificada a la luz de nuevas evidencias,<br />

o ser sustituida por otra que parece mejor.<br />

En Economía es prácticamente imposible que<br />

los hechos aseguren a cualquier teoría una evidencia<br />

del ciento por ciento. Es más, en la mayor parte<br />

de los casos los economistas debemos conformarnos<br />

con un grado de certeza bastante reducido.<br />

Cuando surge una teoría alternativa que parece capaz<br />

de explicar y, por tanto, de predecir las consecuencias<br />

de los hechos o acciones que nos interesan<br />

con un mayor grado de certeza, la teoría precedente<br />

suele abandonarse. Es posible, con todo, que este<br />

abandono no sea ni total ni definitivo. En Economía<br />

estamos acostumbrados a ver cómo se recuperan<br />

—total o parcialmente— viejas teorías, para intentar<br />

explicar los cambios sobrevenidos o lo que se<br />

estima que son «nuevos» acontecimientos.<br />

. El economista no puede, entonces, permanecer<br />

alejado de éstos. «Los economistas —como subrayó A. Smithies 4 hace años— han estado<br />

siempre relacionados con la política; aunque a primera vista pudiera parecer que<br />

algunos se abstraían de toda consideración ética, en el fondo de su obra siempre pueden<br />

encontrarse prescripciones sobre normas económicas… para mejorar el bienestar<br />

de la sociedad o, cuando menos, para resolver algunos de los problemas con que ésta se<br />

enfrenta. Una actitud neutral y objetiva es insostenible».<br />

Gunnar Myrdal, en sus escritos de madurez, Paul Streeten, Colin Clark, P. T. Bauer,<br />

T. W. Hutchison, W. Leontieff y otros muchos han acabado subrayando en fechas más<br />

cercanas a la época actual la dificultad que supone separar «lo positivo» y «lo normativo»<br />

en Economía. El propio Lionel Robbins suavizó en parte su radical postura anterior<br />

sobre el tema en la interesante que pronunció en la 93 Conferencia Anual<br />

de la AEA, titulada «Economics and Political Economy», publicada más tarde en la<br />

(mayo 1981, <br />

). Y también Mark Blaug ha destacado recientemente las dificultades que ofrece<br />

una estricta división entre lo positivo y lo normativo.<br />

Con carácter general, lo que actualmente se admite es que si bien las aportaciones<br />

teóricas deben procurar mantenerse en el ámbito de lo positivo, la Economía aparece<br />

4<br />

A. Smithies: «Economic Welfare and Policy», en . Brookings Lectures,<br />

1954, 1955.

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