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232 POLÍTICA ECONÓMICA. 3. a EDICIÓN<br />

ción, una buena parte de los ciudadanos de muchos países del mundo viven todavía en<br />

la pobreza. El problema de la pobreza es complejo y se presta —por tanto— a interpretaciones<br />

cargadas de juicios de valor. Pero lo cierto es que —hoy por hoy— se trata<br />

de un problema más político que económico. En muchos países pobres existe hambre<br />

como consecuencia de guerras y de una mala distribución de la renta, cuando con la<br />

tecnología existente se pueden producir alimentos suficientes para toda la población<br />

del mundo. Y en otros casos, el bajo nivel educativo de la población impide la convergencia<br />

—en niveles de vida— con los países más desarrollados.<br />

Hechas estas salvedades, desde el punto de vista de la Economía, que es nuestro<br />

ámbito de referencia, la teoría neoclásica venía a mostrar la importancia del ahorro y<br />

la inversión en las tasas de crecimiento, y más recientemente, las modernas teorías<br />

sobre el crecimiento endógeno, la extraordinaria importancia de la educación y, en<br />

cierta medida, de las infraestructuras públicas. El problema, tal como se planteaba tradicionalmente,<br />

consistía en la necesidad de iniciar un proceso de acumulación de capital,<br />

que permitiera poseer los medios financieros suficientes para abordar un conjunto<br />

de inversiones estratégicas y lanzar la economía hacia una senda de crecimiento<br />

sostenido. Pero el problema de los países pobres es, precisamente, la falta de capacidad<br />

para generar ahorro interior, dado su escaso nivel de renta y sus bajos niveles de<br />

consumo.<br />

Los países pobres no ahorran más porque no pueden. La vía que les quedaría sería<br />

apelar al ahorro externo, y ésta no es fácil. Endeudarse con el exterior significa<br />

trasladar el problema al futuro; algunos países lo han hecho, pero su deuda externa es<br />

ahora tan elevada que casi no pueden pagar los intereses de la misma. Por ello precisan<br />

de nuevos créditos sólo para pagar dichos intereses y no entrar en una situación de<br />

quiebra. Algunos países sudamericanos, africanos y asiáticos han estado —o están—<br />

en esta posición. Otros, sin esa posibilidad, están a expensas de la ayuda internacional<br />

y de los mecanismos de solidaridad. Finalmente, están los países que han recibido<br />

importantes inversiones del exterior, como los llamados «dragones» del sudeste<br />

asiático, que han crecido a altas tasas y han iniciado un proceso de convergencia con<br />

los países más ricos, como es el caso de Corea del Sur, Taiwan, Singapur, Hong Kong<br />

y, sobre todo, Japón, y por otra parte, los llamados «tigres» asiáticos, que cuando<br />

parecían emular el camino de los anteriores, se han visto frenados por el desencadenamiento<br />

de una grave crisis financiera, como es el caso de Indonesia, Tailandia, Malasia,<br />

etc.<br />

¿Por qué unos países como Japón o Alemania, arrasados por una guerra mundial,<br />

son hoy día países que han convergido, otros están acercándose progresivamente a los<br />

más ricos y otros no lo hacen en absoluto? Quizá las respuestas haya que encontrarlas<br />

más en la vía del nivel educativo, la capacidad de destreza y de asimilar tecnologías, que<br />

en la propia importancia de la capacidad de ahorro, aunque ésta también la tenga<br />

(véase Recuadro 8.1). Una de las principales características de los países pobres es la<br />

poca capacidad para invertir en la formación de capital humano, el cual tanta importancia<br />

demuestra en el largo plazo. Y no hay que olvidar tampoco —como factores de<br />

permanencia en la pobreza— los de carácter político, que incluyen desde la corrupción<br />

hasta la existencia de regímenes políticos de carácter autocrático.<br />

Por otra parte, una de las dinámicas del crecimiento económico es la existencia de<br />

una correlación inversa entre los niveles de vida y el crecimiento de la población, aunque<br />

esta correlación es engañosa, pues está determinada por una variable intermedia

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