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354 POLÍTICA ECONÓMICA. 3. a EDICIÓN<br />
aunque no totalmente, independiente y que se modulase atendiendo básicamente al<br />
comportamiento de las variables internas. Por otro lado, como puede comprobarse revisando<br />
cualquier manual de política macroeconómica, a la problemática económica<br />
exterior apenas se le dedicaba un capítulo postrero, a efectos de ampliar el clásico modelo<br />
con la obtención de la curva .<br />
Pero a partir de la década de los ochenta del pasado siglo, esta visión cambia radicalmente.<br />
El equilibrio de las cuentas exteriores no es solamente un dato básico y el<br />
resultado de las relaciones existentes entre las principales variables macroeconómicas<br />
internas (véase Recuadro 13.1), sino que también, dada la globalización y la interdependencia<br />
económicas, el sector exterior se configura en la actualidad como el núcleo<br />
donde se concentran las potencialidades y las restricciones de cualquier economía nacional,<br />
además de ser el cordón umbilical que le une con el resto de economías.<br />
RECUADRO 13.1.<br />
MODELO DE CRECIMIENTO Y SECTOR EXTERIOR:<br />
EL CASO ESPAÑOL<br />
Si hay algún tema que a lo largo del tiempo ha preocupado<br />
y ocupado a los economistas, ése es el<br />
crecimiento económico. Desde hace siglos se ha intentado<br />
buscar, con mayor o menor fortuna, las respuestas<br />
adecuadas a interrogantes como: ¿Por qué<br />
hay países ricos y países pobres? ¿Por qué un país<br />
que ha sido desarrollado en el pasado ya no lo es<br />
en la actualidad? ¿Por qué una economía antaño<br />
atrasada se ha convertido en avanzada? ¿Por qué<br />
unas economías crecen más que otras? ¿Cuáles son<br />
los factores que determinan el crecimiento económico?<br />
Después de no pocas horas de esfuerzo intelectual,<br />
buena parte de los que han sido premios Nobel<br />
de Economía (R. Solow, A. Lewis, R. Lucas, etc.)<br />
han encontrado respuestas a algunos de los anteriores<br />
interrogantes, pero otros siguen siendo un<br />
enigma.<br />
En la realidad, cada país, según sus circunstancias<br />
de todo tipo, trata de adoptar un patrón de crecimiento<br />
que le permita incrementar su renta per cápita<br />
a largo plazo. En principio, cabe suponer que los<br />
responsables políticos y económicos diseñan y ponen<br />
en marcha la estrategia más idónea para alcanzar<br />
el objetivo propuesto. Sin embargo, la mayoría<br />
de las veces ocurre que no existe una política de crecimiento<br />
ex ante (es decir, deliberada, programada),<br />
sino que más bien el crecimiento es el resultado del<br />
desenvolvimiento a corto y medio plazo de la actividad<br />
económica (ex post), pero que no obedece a un<br />
esquema prefijado de política económica.<br />
Tal vez el caso español es el ejemplo más claro<br />
de lo que estamos comentando. En nuestro país<br />
existe una creencia fuertemente arraigada según la<br />
cual para que la economía crezca y se desarrolle es<br />
preciso realizar cuantiosas y permanentes inversiones<br />
en construcción (infraestructuras y residencial).<br />
Sin reparar en su grado de rentabilidad, económica<br />
y social, ni tampoco en los costes de explotación<br />
y mantenimiento de las infraestructuras. Da la impresión,<br />
en ocasiones, que en España los recursos<br />
no son escasos, sino todo lo contrario.<br />
Esta filosofía económica ha inspirado el patrón<br />
de crecimiento de nuestra economía en los últimos<br />
años. De manera que uno de los pilares básicos de<br />
la economía española, desde la óptica de la oferta,<br />
ha sido la construcción, y desde el punto de vista<br />
de la demanda, la inversión en dicho sector y el<br />
consumo privado. Esta estrategia unidireccional ha<br />
reportado una etapa de crecimiento estable, duradero<br />
y generador de empleo, lo que ha expandido<br />
la renta per cápita, hasta situarla en el nivel comparativo<br />
más alto de nuestra historia: por encima<br />
del 90% de la media europea.<br />
Así pues, la economía española ha basado su<br />
crecimiento en dos motores: la construcción y el<br />
consumo privado. Este esquema ha impactado muy<br />
negativamente sobre nuestro sector exterior, que,<br />
como es conocido, es el fiel reflejo de las virtudes<br />
y de los defectos de toda economía.<br />
El estado del sector exterior se ha venido agravando<br />
en los últimos años, hasta desembocar en<br />
una situación alarmante en 2006. En este año se<br />
han registrado los siguientes hechos: la brecha<br />
comercial se ha cifrado en 89.687 millones de euros<br />
(8,9% del PIB); el déficit por cuenta corriente<br />
se ha elevado a 84.736 millones de euros (8,5%<br />
del PIB); mientras que en 2003 los registros de la<br />
cuenta corriente fueron muy inferiores: 20.828 millones<br />
de euros (2,8% del PIB). Es decir, entre 2003<br />
y 2006 el déficit por cuenta corriente expresado<br />
en porcentaje PIB se ha triplicado, alcanzando<br />
unos niveles absolutos y relativos jamás conocidos<br />
en la economía española.