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434 POLÍTICA ECONÓMICA. 3. a EDICIÓN<br />

lancia principalmente) y a su ineficiencia económica, tanto estática como dinámica. La<br />

ineficiencia estática se debe a que la falta de información sobre las diferentes estructuras<br />

de coste de las empresas obliga a establecer una regulación uniforme para todos,<br />

que no diferencia según el nivel de impacto medioambiental de cada empresa, mientras<br />

que la ineficiencia dinámica se debe a que la regulación no proporciona incentivos para<br />

reducir los impactos medioambientales mediante la innovación, y las empresas se limitan<br />

a una política de mínimos para cumplir con la legislación.<br />

Esta ineficiencia económica de la regulación está provocando un incremento de la<br />

importancia de la política de incentivos, aunque ésta no puede sustituir totalmente a<br />

aquélla, puesto que no puede garantizar que todos los agentes económicos reaccionen<br />

positivamente a los incentivos ofrecidos. Las ventajas que ofrece la <br />

frente a las regulaciones tradicionales son las siguientes:<br />

• Los agentes económicos tienen : pueden<br />

seguir contaminando y pagar por ello, o pueden evitar pagar reduciendo su contaminación.<br />

• aquellas con el medio ambiente.<br />

• , con el fin de desarrollar tecnologías<br />

limpias para incrementar sus beneficios.<br />

• que los sistemas tradicionales de regulación.<br />

• Logran que las regulaciones, al adaptarse a las diferentes<br />

características individuales de los distintos agentes contaminadores.<br />

Sin embargo, como hemos visto con anterioridad, los resultados de las políticas de<br />

incentivos pueden diferir bastante según el instrumento económico usado para su aplicación,<br />

por lo que vamos a realizar unos breves comentarios finales a cada una de las<br />

políticas de incentivos que hemos analizado.<br />

La ventaja fundamental de los impuestos ambientales es que cumplen el principio<br />

de que «quien contamina paga», haciendo pagar más al que contamina más, ya que normalmente<br />

son proporcionales. Además, inducen un comportamiento dinámico, ya que<br />

incentivan continuamente la reducción de la contaminación para minimizar los pagos<br />

fiscales. Por el contrario, los subsidios incumplirían el principio del que contamina<br />

paga, ayudarían al contaminador a obtener mejores resultados que a las empresas que<br />

no contaminasen, podrían provocar barreras de entrada y detraerían recursos del erario<br />

público que habría que sufragar con otros impuestos. Por ello, a pesar de que los resultados<br />

en cuanto al nivel de contaminación de los impuestos ambientales y los subsidios<br />

serían prácticamente los mismos, son preferibles los primeros.<br />

El sistema de derechos de emisión garantiza una reducción cuantitativa de la contaminación,<br />

pero con un coste incierto, mientras que los impuestos ambientales ejercen<br />

un impacto incierto sobre el volumen de emisiones contaminantes, aunque fijan el<br />

coste marginal para los contaminadores. La elección entre uno u otro de estos instrumentos<br />

depende de qué incertidumbre sea más perjudicial para la sociedad, la de los<br />

costes de la descontaminación o la de la reducción del volumen de emisiones. En el<br />

caso de problemas ambientales con umbrales críticos para la salud humana o de la naturaleza,<br />

parece aconsejable recurrir al sistema de títulos negociables, mientras que<br />

para problemas que no los presenten, pueden ser más adecuados los sistemas impositivos.

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