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La melancolia de los feos - Mario Mendoza

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
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fotocopias <strong>de</strong>l diario <strong>de</strong> Ana Valencia y empecé a echar un vistazo. Me<br />

sorprendí <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las primeras líneas. Eran frases directas, contun<strong>de</strong>ntes,<br />

agresivas:<br />

Le he dicho a Alfonso que no se tome las drogas que le recetan, que aprenda<br />

a escon<strong>de</strong>rlas <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la lengua y que luego las escupa en el inodoro. Lo que<br />

están buscando es embrutecerlo, convertirlo en un robot más que trabaje y<br />

produzca y se comporte como <strong>los</strong> <strong>de</strong>más, cuando él tiene faculta<strong>de</strong>s para ir más<br />

allá <strong>de</strong> la insignificancia general. Los psiquiatras <strong>de</strong>testan saberse por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong><br />

sus pacientes: por eso <strong>los</strong> atacan hasta muchas veces matar<strong>los</strong>.<br />

Me impresionó el tono <strong>de</strong>l diario <strong>de</strong> Ana. Había que reconocerle que<br />

quizás tenía razón, pero esa violencia reflejaba que para ella el tratamiento<br />

no era una ayuda, sino un combate <strong>de</strong>l cual <strong>de</strong>bía salir airosa y triunfante.<br />

Seguí leyendo sin <strong>de</strong>tenerme:<br />

¿Qué sería <strong>de</strong> la sociedad si una persona como Alfonso <strong>de</strong>cidiera regresar<br />

todos <strong>los</strong> ataques, <strong>los</strong> insultos y las humillaciones que esa misma sociedad le ha<br />

infligido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niño? Y tendría <strong>de</strong>recho, ¿por qué no? En <strong>los</strong> códigos más<br />

antiguos ya se habla <strong>de</strong> ojo por ojo y <strong>de</strong> diente por diente. Si lo han pisoteado, él<br />

tiene <strong>de</strong>recho también a pisotear. Y no, en lugar <strong>de</strong> entrenarse en una venganza<br />

que lo igualaría a sus atacantes, es <strong>de</strong>cir, que lo ubicaría a él en el mismo nivel<br />

que <strong>los</strong> agresores, lo que hace es ponerse por encima, elevarse, y entrenarse más<br />

bien en actos sublimes que <strong>de</strong>jen en claro su altura inalcanzable.<br />

¿No es un comportamiento semejante el máximo grado <strong>de</strong> nobleza posible?<br />

Yo en su lugar me hubiera convertido en una asesina en serie, en una terrorista<br />

<strong>de</strong>spiadada y no hubiera <strong>de</strong>scansado hasta ver a esa misma sociedad que me<br />

humilló arrodillada a mis pies suplicándome perdón. Pero esa soy yo, que soy<br />

una bestia feroz. Alfonso no, él está llamado a alcanzar niveles muy superiores<br />

que <strong>los</strong> psiquiatras jamás enten<strong>de</strong>rán.<br />

Cuando salgamos <strong>de</strong> aquí, seré su refuerzo, su cómplice perfecta, y lo<br />

ayudaré a llevar a cabo su plan para tomarse en ese superhombre que nos<br />

redimirá a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más <strong>de</strong> nuestra bajeza y nuestra ramplona condición humana.<br />

Me sorprendió leer en esos párrafos <strong>de</strong> Ana las mismas i<strong>de</strong>as que yo<br />

había pensado al recibir las dos cartas <strong>de</strong> mi amigo. Quiero <strong>de</strong>cir, la<br />

misma línea <strong>de</strong> pensamiento, aunque en realidad yo había dudado <strong>de</strong><br />

Alfonso y ella no. Y era evi<strong>de</strong>nte que para ella no se trataba <strong>de</strong><br />

enfermeda<strong>de</strong>s mentales ni <strong>de</strong> <strong>de</strong>sequilibrios emocionales, sino <strong>de</strong> una<br />

diferencia sustancial que existía entre la gente común y corriente y el<strong>los</strong><br />

www.lectulandia.com - Página 128

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