12.09.2018 Views

La melancolia de los feos - Mario Mendoza

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
furia de los océanos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l muslo y que le <strong>de</strong>jaba la piel arañada y con llagas. A cada<br />

paso que daba, el alambre la cortaba y le recordaba su pecado, su<br />

flaqueza, su culpa: yo.<br />

Sentí que el aire me hacía falta. Sin <strong>de</strong>spedirme <strong>de</strong> <strong>los</strong> obreros que<br />

continuaban sacando escombros en bultos <strong>de</strong> cemento y en bal<strong>de</strong>s<br />

metálicos, salí a la calle trastornado y con mareo. Ese encuentro con el<br />

pasado había sido <strong>de</strong>masiado. No podía más. Estuve a punto <strong>de</strong> vomitar y<br />

me tocó sentarme en el andén a respirar con calma por unos segundos. El<br />

jefe <strong>de</strong> obra se me acercó al verme en ese estado:<br />

—¿Le pasó algo? ¿Se encuentra usted bien? —me preguntó<br />

poniéndome una mano en el hombro.<br />

—Sí, estoy bien, gracias —dije controlando las arcadas—. Creo que<br />

me intoxiqué con algo en el almuerzo.<br />

Regresé a mi casa y me recosté el resto <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. Era evi<strong>de</strong>nte que<br />

yo había retenido ese pasado doloroso en uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> rincones mejor<br />

guardados <strong>de</strong> mi memoria y que durante décadas no había querido entrar<br />

allí. Y, al ingresar ahora, el olor <strong>de</strong> ese recuerdo putrefacto me había<br />

<strong>de</strong>scompuesto. <strong>La</strong> ventaja es que ese rincón ya no podría volver a cerrarse<br />

nunca más: el aire había entrado para sanearlo <strong>de</strong>finitivamente.<br />

Todo me daba vueltas y era muy confuso. No sabía bien cómo era que<br />

se había activado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mí la culpa ni tenía claro para nada el<br />

engranaje <strong>de</strong> mis pasiones, <strong>de</strong> mis afectos, ni las consecuencias<br />

<strong>de</strong>vastadoras que más tar<strong>de</strong> arruinarían <strong>de</strong> un modo irreparable mi vida<br />

sentimental.<br />

Es cierto que heredamos una vida que nos viene <strong>de</strong> atrás, y que por el<br />

otro lado hay un aprendizaje como producto <strong>de</strong> un contacto con el mundo<br />

circundante. Pero existe un tercer costado que cierra el triángulo y que<br />

siempre he consi<strong>de</strong>rado como el ángulo fundamental <strong>de</strong> toda vida: lo que<br />

<strong>de</strong>cidimos ser, lo que elegimos para nosotros y en lo que <strong>de</strong>positamos todo<br />

nuestro empeño. Pero si no están solucionados <strong>los</strong> dos primeros aspectos,<br />

es casi seguro que el tercero nunca arranque o que se atasque en el<br />

camino. Mi problema era que <strong>los</strong> dos padres físicos se habían quedado<br />

extraviados en las tinieblas, perdidos en la oscuridad. No conocía mi<br />

herencia, no sabía qué tipo <strong>de</strong> genes me habían sido transmitidos en la<br />

larga ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> la vida.<br />

Esa noche repasé la carta <strong>de</strong> Alfonso por enésima vez. El aseguraba<br />

que la muerte <strong>de</strong> su madre no lo había afectado tanto como la <strong>de</strong> su<br />

www.lectulandia.com - Página 51

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!