La melancolia de los feos - Mario Mendoza
León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.
León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
furia de los océanos.
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
nadie te escuchara ni pudiera auxiliarte. Y ya no podías <strong>de</strong>sfilar,<br />
cabrón, ya no podías pavonearte ni humillar a nadie. Yo te enseñaba<br />
a ser como todo el mundo, yo te convertía en Nadie. <strong>La</strong> princesa se<br />
<strong>de</strong>spertaba en una habitación <strong>de</strong> hospital, don<strong>de</strong> no había espejos, y<br />
quedaba libre, suelta, y ahora sí podía salir <strong>de</strong> su puto palacio a<br />
echar un vistazo allá afuera, don<strong>de</strong> <strong>los</strong> siervos <strong>de</strong> la gleba, sucios y<br />
enfermos, luchan cada día para no morirse <strong>de</strong> hambre.<br />
Ese era el mensaje que <strong>de</strong>jaba sobre <strong>los</strong> cuerpos <strong>de</strong> mis víctimas:<br />
te libero <strong>de</strong> tu peor enemigo: tú mismo. Te <strong>de</strong>struyo para hacerte un<br />
enorme favor, para <strong>de</strong>jarte libre, para que ahora sí, por fin, <strong>de</strong>jes <strong>de</strong><br />
pensar en ti mismo y empieces a pensar en <strong>los</strong> <strong>de</strong>más. El mundo<br />
existe más allá <strong>de</strong> tu figura perfecta, entérate, haz algo, <strong>de</strong>ja <strong>de</strong><br />
mirarte el ombligo.<br />
¿No te has dado cuenta, viejo, <strong>de</strong> que la gran mayoría <strong>de</strong> la gente<br />
solo piensa en sí misma? Voy a hacer esto, voy a viajar, voy a<br />
estudiar o a trabajar en tal parte, quiero esto o aquello, me merezco<br />
ser feliz. Yo, yo, yo. Casi nunca alguien respon<strong>de</strong>: espero ayudar,<br />
colaborar, ser útil a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más.<br />
Después <strong>de</strong> torturar<strong>los</strong> y masacrar<strong>los</strong>, les <strong>de</strong>jaba una nota<br />
reveladora: ahora ya no tiene sentido que pienses en ti mismo. Eres<br />
una piltrafa. Llegó el tiempo <strong>de</strong> pensar en <strong>los</strong> otros. En el fondo se<br />
trataba <strong>de</strong>l viejo mensaje que cruza casi todas las religiones, solo que<br />
mi método era menos ingenuo y más eficaz.<br />
Fájate que la vida es, en el fondo, un proceso <strong>de</strong> aprendizaje <strong>de</strong> la<br />
vulnerabilidad. Primero tenemos una gran expectativa con respecto a<br />
nuestro <strong>de</strong>stino, creemos en nuestro talento, en nuestras<br />
capacida<strong>de</strong>s, creemos que el mundo es nuestro. Luego, con el paso <strong>de</strong><br />
<strong>los</strong> años, las fuerzas van menguando y las dolencias empiezan a<br />
hacer mella. Todo cuerpo falla, toda materia viva enferma tar<strong>de</strong> o<br />
temprano: las fiebres, <strong>los</strong> virus, las bacterias, las inflamaciones.<br />
Hasta que llega la prueba final: la extinción, la muerte. Todo ego<br />
termina convertido en polvo.<br />
Lo que yo hacía era acelerar ese proceso, <strong>de</strong>struirte rápidamente,<br />
mostrarte un camino <strong>de</strong> liberación antes <strong>de</strong> que te llegara la recta<br />
final.<br />
Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo me aburrí. <strong>La</strong> gente cansa, viejo, agota, no<br />
se merecen todo el esfuerzo que uno hace para ayudar<strong>los</strong>, para<br />
echarles una mano en este largo camino a través <strong>de</strong>l vacío y el<br />
sinsentido. Dejé <strong>de</strong> agredir<strong>los</strong> y me retiré. No valía la pena. En muy<br />
pocas ocasiones reflexionaban y cambiaban. Sin embargo, ese paso<br />
no fue nada fácil, pues tuve que vencerme a mí mismo. No volver a<br />
www.lectulandia.com - Página 147