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La melancolia de los feos - Mario Mendoza

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
furia de los océanos.

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esa comunidad <strong>de</strong> lectores que leían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esa parte<br />

<strong>de</strong> nosotros que no soporta la mediocridad <strong>de</strong> una vida chata y sin<br />

altibajos. Le confesé que estaba recluido por múltiples adicciones y<br />

que me había salvado <strong>de</strong> milagro <strong>de</strong> morir <strong>de</strong> una sobredosis.<br />

—<strong>La</strong> vieja historia <strong>de</strong>l monstruo que busca una pócima que lo salve<br />

<strong>de</strong>l embrujo —dije con cierta tristeza.<br />

Ella asintió con una camara<strong>de</strong>ría cómplice y me contó que estaba<br />

internada porque en su último ataque <strong>de</strong> vampirismo casi había<br />

asesinado a un extranjero. A lo largo <strong>de</strong> varias semanas se había<br />

chateado con un joven canadiense muy simpático, y él, creyendo que<br />

su inteligencia era inversamente proporcional a su belleza, le pidió<br />

que le enviara una foto para conocerla mejor. <strong>La</strong> sorpresa fue<br />

mayúscula cuando vio <strong>los</strong> rasgos finos <strong>de</strong> Ana, su cabellera negra<br />

cayéndole sobre <strong>los</strong> hombros en unos mechones gruesos y rizados, y<br />

su cuerpo voluptuoso bien preparado para el placer. Decidió viajar a<br />

Bogotá para conocer a esa chica con la quería entablar una relación<br />

aún más íntima y estrecha. En el aeropuerto El Dorado, cuando salió<br />

<strong>de</strong>l muelle internacional y ella lo abrazó con fuerza, sintió que estaba<br />

enamorado y que no pensaba separarse <strong>de</strong> su nueva amiga jamás.<br />

Esa misma noche salieron a divertirse a una discoteca y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

la medianoche Ana lo llevó al parque El Virrey, lo condujo hasta un<br />

árbol retirado, lo besó con pasión, se <strong>de</strong>jó acariciar y tocar, y cuando<br />

lo sintió bien excitado restregándose contra ella, le saltó a la yugular<br />

y le hundió <strong>los</strong> dientes a fondo, hasta sentir que la piel cedía y que la<br />

boca, se le llenaba <strong>de</strong> sangre. El joven intentó soltarse, pero Ana, que<br />

era alta y fuerte, no se lo permitió y continuó mordiéndolo como si<br />

fuera un lobo salvaje alimentándose <strong>de</strong> su presa. Después <strong>de</strong> dar<br />

alaridos y <strong>de</strong> pedir auxilio (en inglés, porque no hablaba español),<br />

dos porteros <strong>de</strong> <strong>los</strong> edificios colindantes con el parque acudieron a<br />

ver qué pasaba. Lograron retirar a Ana, a golpes y a patadas, y el<br />

muchacho canadiense entró en un shock nervioso, empezó a temblar<br />

y no podía controlar un ahogo que se tomaba sus pulmones y le<br />

impedía respirar. Acudió la policía, a él se lo llevaron a un centro<br />

médico y a ella la recluyeron en una comisaría momentáneamente.<br />

Esa misma noche, al joven le cosieron dieciocho puntos en el cuello.<br />

No entabló ninguna <strong>de</strong>manda porque no entendía nada y lo único que<br />

quería era regresar a su país y encontrarse con su familia cuanto<br />

antes. Recogió su maleta en el hotel, se dirigió al aeropuerto y tomó<br />

el primer vuelo que le asignaron. A Ana la recogió su madre en la<br />

comisaría y la recluyó enseguida en la clínica, don<strong>de</strong> intentaban<br />

curarla <strong>de</strong> una enfermedad que no comprendían y para la cual no<br />

www.lectulandia.com - Página 94

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