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La melancolia de los feos - Mario Mendoza

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
furia de los océanos.

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explicación a la lucha <strong>de</strong> estos individuos contra <strong>los</strong> elementos,<br />

sostiene en su libro Psicología y psicopatologías <strong>de</strong> <strong>los</strong> buscadores<br />

<strong>de</strong> emociones fuertes que “el aventurero i<strong>de</strong>al es aquel que posee<br />

como amortiguador interior un nivel a<strong>de</strong>cuado <strong>de</strong> ansia y, como<br />

elemento motor, la dosis justa <strong>de</strong> agresividad”. Una ecuación que les<br />

permite resistir días sin comer, llegar a la extenuación, aguantar<br />

colgados <strong>de</strong> una pared <strong>de</strong> piedra o tirarse en un paracaídas <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

12.000 metros <strong>de</strong> altura. El investigador inglés J.R.L. An<strong>de</strong>rson ha<br />

ido más lejos y ha encontrado una explicación más científica.<br />

Sostiene que el ADN (ácido <strong>de</strong>soxirribonucleico) contiene lo que<br />

<strong>de</strong>nomina Factor Ulises, un elemento aún no <strong>de</strong>terminado, que es el<br />

responsable <strong>de</strong>l afán <strong>de</strong> superación que protagonizan algunos<br />

hombres y mujeres.<br />

¿Compren<strong>de</strong>s, viejito? Tal vez a mí no me llega genéticamente ese<br />

factor <strong>de</strong> mi padre ni <strong>de</strong> mi madre, dos seres anodinos e<br />

intrascen<strong>de</strong>ntes. Quizás me llega <strong>de</strong> un algún abuelo o bisabuelo que<br />

no fue como <strong>los</strong> otros, que rompió las reglas, que cruzó la línea sin<br />

pedirle autorización a nadie.<br />

No sé si captas bien mis i<strong>de</strong>as, viejo. Hay una parte <strong>de</strong> nuestra<br />

psique que es fija, estática, una especie <strong>de</strong> zona dura que es difícil<br />

remover: i<strong>de</strong>as, afectos, creencias que permanecen inalterables a lo<br />

largo <strong>de</strong> <strong>los</strong> años. Otra parte es más flexible y nos permite girar,<br />

torcer, timonear. Con el tiempo cambiamos, mutamos, incluso<br />

po<strong>de</strong>mos llegar a pensar exactamente lo contrario <strong>de</strong> lo que creíamos<br />

antes. Y hay una tercera parte, quizás la más misteriosa y fascinante<br />

<strong>de</strong> todas, que nos lanza por fuera <strong>de</strong> nosotros mismos a unos estados<br />

insospechados, impre<strong>de</strong>cibles. Un buen día, como Ulises, <strong>de</strong> pronto<br />

nos sentimos excluidos por completo <strong>de</strong> lo que era nuestra vida y nos<br />

vemos obligados a abandonar Itaca, nuestra zona <strong>de</strong> confort. Es como<br />

si frente a nosotros se abriera una nueva ruta, un camino inédito,<br />

una i<strong>de</strong>ntidad que no habíamos contemplado. <strong>La</strong> mayoría <strong>de</strong> las<br />

novelas y las películas pertenecientes al género <strong>de</strong>l “on the road”<br />

cumplen con esta característica: el viajero <strong>de</strong>l comienzo no se parece<br />

en nada al personaje <strong>de</strong>l final <strong>de</strong>l recorrido. Ha muerto una i<strong>de</strong>ntidad<br />

y ha nacido un nuevo ser. Por eso todo viaje es una muerte, una<br />

<strong>de</strong>spedida y, simultáneamente, un parto, un nacimiento. ¿Sí<br />

entien<strong>de</strong>s? Eros y Tánatos no son opuestos: son las dos caras <strong>de</strong> una<br />

misma moneda.<br />

Si ves el mapa <strong>de</strong> Europa con cuidado, te darás cuenta, <strong>de</strong> que el<br />

Estrecho <strong>de</strong> Gibraltar es como un cierre, como dos piernas que<br />

parecen <strong>de</strong>sembocar en una vagina cerrada. Del lado <strong>de</strong> España está<br />

www.lectulandia.com - Página 172

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