La melancolia de los feos - Mario Mendoza
León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.
León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
furia de los océanos.
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
hijos, y no tenemos dinero ahorrado ni soñamos con estabilidad <strong>de</strong><br />
ninguna clase. Para nosotros cualquier día pue<strong>de</strong> ser el fin <strong>de</strong>l mundo.<br />
Supe por qué Ana se había enamorado <strong>de</strong> este joven y por qué él no<br />
estaba dispuesto tampoco a apegarse a ella ni a prometerle ninguna<br />
relación conyugal. Era una máquina soltera en perpetuo nomadismo,<br />
dispuesta siempre para el advenimiento <strong>de</strong>l Juicio Final. Señalé el morral<br />
rojo y le pregunté:<br />
—¿Qué llevas ahí, James?<br />
El abrió una <strong>de</strong> las cremalleras y me mostró por encima:<br />
—Un plato y un tenedor metálicos, algo <strong>de</strong> ropa, vitaminas,<br />
medicamentos <strong>de</strong> toda clase, una cantimplora con agua, mi bolsa <strong>de</strong><br />
dormir, una brújula, mi cuchillo <strong>de</strong> cacería, una radio para captar señales<br />
<strong>de</strong> onda corta, fósforos, en fin, lo necesario para sobrevivir mientras<br />
consiga un refugio seguro y algo <strong>de</strong> comida y <strong>de</strong> bebida.<br />
Vi un papel doblado junto al plato metálico.<br />
—¿Y eso?<br />
—Un mapa <strong>de</strong> Bogotá —me explicó él <strong>de</strong>splegándolo frente a mis<br />
ojos—. Tengo subrayados <strong>los</strong> supermercados y las tiendas <strong>de</strong> alimentos,<br />
barrio por barrio y calle por calle. Son datos claves para cuando toque<br />
salir <strong>de</strong> expedición por comida.<br />
Esa ciudad que estaba ahí anotada, por supuesto, no tenía nada que ver<br />
con la mía. James vivía en un futuro inmediato y sin duda era el mejor<br />
amigo que uno podía tener en caso <strong>de</strong> un terremoto o <strong>de</strong> una inundación.<br />
Le pregunté si sabía algo más <strong>de</strong> Alfonso, el amigo <strong>de</strong> Ana en la clínica<br />
psiquiátrica.<br />
—Sé que estaba preparando un viaje. Creo que iba a construir un<br />
barco y que se iba a lanzar a navegar. Ana quería acompañarlo. Me<br />
pareció una i<strong>de</strong>a estupenda. Le dije que lo convirtieran en algo así como<br />
una nueva arca <strong>de</strong> Noé, la nave para sobrevivir al diluvio universal. Le<br />
dije a Ana que estuviéramos en contacto y que, en caso <strong>de</strong> catástrofe, un<br />
barco podía ser <strong>de</strong> gran utilidad. Pero no alcanzó a cumplir su sueño. <strong>La</strong><br />
mataron en el bar.<br />
Le di mi tarjeta a James y le agra<strong>de</strong>cí por su tiempo. Le dije que<br />
cualquier cosa que necesitara, no dudara en llamarme. De todos modos,<br />
teníamos <strong>los</strong> números <strong>de</strong> nuestros celulares, por si acaso.<br />
De regreso a casa pensé en la luci<strong>de</strong>z aterradora <strong>de</strong> ciertas minorías<br />
marginales. Para ser un vi<strong>de</strong>nte había que estar por fuera <strong>de</strong> la visión <strong>de</strong><br />
www.lectulandia.com - Página 135