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La melancolia de los feos - Mario Mendoza

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
furia de los océanos.

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y convertirse en cisnes. ¿Cómo suce<strong>de</strong> eso? Gracias al pensamiento<br />

resiliente, a una fuerza que está escondida en la profundidad <strong>de</strong> la<br />

mente, gracias a la plasticidad <strong>de</strong>l cerebro. De todo dolor es posible<br />

extraer un renacimiento, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> toda <strong>de</strong>sesperación hay una<br />

puerta que conduce a la vitalidad y la esperanza.<br />

Así que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esas lecturas, me preguntaba: ¿seria yo capaz<br />

en el futuro <strong>de</strong> convertirme en un cisne? ¿Me hundiría en la<br />

abyección o abriría mi plumaje para mostrar el auténtico material <strong>de</strong>l<br />

que estaba hecho por <strong>de</strong>ntro? ¿Era yo también un patito feo<br />

esperando mi oportunidad?<br />

Cuando cumplí <strong>los</strong> dieciocho años, mi vida dio otro vuelco<br />

significativo. Hasta ese momento, la relación con mi tío no pasaba <strong>de</strong><br />

compartir las comidas. Nunca salíamos a un cine, no íbamos a comer<br />

a un restaurante, no caminábamos por la calle. Ni siquiera<br />

conversábamos durante el almuerzo. Éramos dos extraños que se<br />

habían quedado so<strong>los</strong> en un caserón que envejecía lentamente. Sin<br />

embargo, un acontecimiento cambiaría esa situación y, <strong>de</strong> alguna<br />

manera, se llevaría a mi tío a la tumba.<br />

Una <strong>de</strong> las estudiantes que vivía en el costado oriental <strong>de</strong> la casa<br />

me pidió que, por favor, la ayudara con un trabajo. Estaba en tercer<br />

semestre <strong>de</strong> Fi<strong>los</strong>ofía y Letras y quería escribir un ensayo sobre<br />

Haroldo Conti, el escritor argentino <strong>de</strong>saparecido durante la<br />

dictadura. Ella me había visto leyendo a la entrada <strong>de</strong> la casa una<br />

antología <strong>de</strong> literatura latinoamericana y allí había justamente un<br />

cuento <strong>de</strong> Conti: <strong>La</strong> Balada <strong>de</strong>l Álamo Carolina. Me hizo algunas<br />

preguntas y conversamos sobre el relato. Por eso en la noche yo<br />

cumplí la cita y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la comida, me dirigí a su habitación con<br />

mi libro bajo el brazo. Ella me recibió muy amablemente, me ofreció<br />

un vaso <strong>de</strong> gaseosa y empezamos a hablar sobre una novela <strong>de</strong> Conti<br />

en la que parecía anticipar su propia <strong>de</strong>saparición: Mascará el<br />

Cazador Americano. <strong>La</strong> conversación fue <strong>de</strong>rivando a posiciones<br />

cada vez más personales y tuve la impresión <strong>de</strong> que ese giro era<br />

conveniente para que ella pudiera ir <strong>de</strong>finiendo el verda<strong>de</strong>ro tema <strong>de</strong><br />

su ensayo: qué era la belleza.<br />

—¿Qué te gusta a ti, qué te parece bello? —me preguntó en un<br />

momento dado <strong>de</strong> la charla.<br />

—Me gustan las aventuras <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres en el mar, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Ulises<br />

en a<strong>de</strong>lante —dije con resolución.<br />

—¿Por qué? ¿Por qué te gustan esos viajeros marítimos que pasan<br />

meses y años lejos <strong>de</strong> sus casas y <strong>de</strong> su gente?<br />

—¿Por qué me gustan <strong>los</strong> aventureros solitarios? Porque el mar, el<br />

www.lectulandia.com - Página 70

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