12.09.2018 Views

La melancolia de los feos - Mario Mendoza

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
furia de los océanos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

3.<br />

Cerré el sobre y me quedé unos minutos así, escuchando la noche con <strong>los</strong><br />

pies sobre el escritorio. No podía creer que Alfonso y yo hubiéramos<br />

estado tan cerca el uno <strong>de</strong>l otro y que él se hubiera escondido para impedir<br />

el encuentro. Aunque, claro, era comprensible. Como yo solía visitar<br />

varias clínicas don<strong>de</strong> se llevaban a cabo tratamientos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sintoxicación,<br />

no estaba seguro <strong>de</strong> a cuál se refería mi amigo. Sin embargo, ya<br />

averiguaría en dón<strong>de</strong> se había recluido y quién había sido su médico <strong>de</strong><br />

cabecera.<br />

<strong>La</strong> alusión al cuadro <strong>de</strong> Goya era preocupante, pues no sabía si hacía<br />

referencia a que ya no controlaba <strong>de</strong>l todo su mente. Lo más crítico es que<br />

venía acercándose a un plan que había preconcebido, lo que él llamaba “la<br />

misión” y que tenía un aire fatídico, <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión radical, como si sintiera el<br />

llamado <strong>de</strong> un <strong>de</strong>stino que no podía ya evitar. Y ese tono me daba miedo.<br />

No sé por qué me imaginaba situaciones atroces: ¿Se estaba preparando<br />

Alfonso para poner una bomba o para entrar a un supermercado o a un<br />

centro comercial a sangre y fuego? ¿Estaría metido en una causa<br />

revanchista y <strong>de</strong>seaba convertirse en mártir <strong>de</strong> una sociedad que lo había<br />

<strong>de</strong>spreciado y atacado con crueldad y con sevicia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su infancia? ¿No<br />

sería yo cómplice <strong>de</strong> una matanza si no era capaz <strong>de</strong> actuar, <strong>de</strong> buscarlo y<br />

<strong>de</strong> impedir una locura? ¿O a qué diab<strong>los</strong> se refería con esas frases<br />

enigmáticas <strong>de</strong> “antes <strong>de</strong> empren<strong>de</strong>r la gran misión”, “cuando todo esté<br />

listo” o “muy pronto estarás orgul<strong>los</strong>o <strong>de</strong> mí”? Era preciso dar con él,<br />

buscarlo, rastrearlo <strong>de</strong> alguna manera. No podía quedarme sentado<br />

esperando que él cometiera alguna locura.<br />

Esa misma semana empecé a investigar casos <strong>de</strong> sicopatología<br />

criminal que tuvieran un perfil semejante al <strong>de</strong> Alfonso: un individuo<br />

solitario y sensible que es rechazado <strong>de</strong> manera violenta por el entorno y<br />

que en consecuencia <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> cobrar venganza, una venganza que él<br />

consi<strong>de</strong>ra legítima y justa. ¿No había en la carta <strong>de</strong> Alfonso un tono<br />

similar, como <strong>de</strong> un suceso que se avecina y que nadie podrá evitar? ¿No<br />

había escrito acaso: “salvar el mundo aún a costa y riesgo <strong>de</strong> mi propia<br />

vida”?<br />

Leí varios tratados sobre el tema y me di cuenta <strong>de</strong> que muchos<br />

psiquiatras contemporáneos estaban empezando a hablar <strong>de</strong> Amok, una<br />

palabra que se refiere a un ataque súbito <strong>de</strong> rabia salvaje en contra <strong>de</strong> un<br />

www.lectulandia.com - Página 99

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!