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La melancolia de los feos - Mario Mendoza

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
furia de los océanos.

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estaban preparados.<br />

—<strong>La</strong> vieja historia <strong>de</strong> animales sedientos <strong>de</strong> sangre que salen <strong>de</strong><br />

cacería en las horas <strong>de</strong> la noche —remató ella con una sonrisa<br />

nostálgica.<br />

—Sí, el mundo <strong>de</strong> las bestias versus el mundo <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres —dije<br />

yo ensimismado—. Hay entre nosotros individuos que no son como <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>más, que pertenecen a otras categorías y otros mundos. Siguen<br />

pasando <strong>los</strong> sig<strong>los</strong> y no es posible hacer enten<strong>de</strong>r una realidad tan<br />

simple, en la que abundan <strong>los</strong> ejemp<strong>los</strong>.<br />

Esa conversación selló una amistad entre Ana y yo. El hombremurciélago<br />

y el vampiro. Solíamos caminar juntos por <strong>los</strong> jardines,<br />

intercambiar libros, almorzar en la misma mesa e incluso buscar en<br />

el televisor <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> estar la misma película.<br />

—¿No te da miedo que un día me dé el ataque y me lance sobre ti<br />

para mor<strong>de</strong>rte? —me preguntó ella mientras caminábamos un día<br />

hasta la entrada <strong>de</strong> la clínica.<br />

—Me honrarías —afirmé con seguridad—. Alimentarte lo<br />

consi<strong>de</strong>raría el más alto grado <strong>de</strong> amistad.<br />

Le recordé entonces el acci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>portistas en medio <strong>de</strong><br />

las montañas nevadas <strong>de</strong> Los An<strong>de</strong>s y la forma como habían<br />

terminado alimentándose con <strong>los</strong> cadáveres <strong>de</strong> sus amigos. Jesús en<br />

la última cena <strong>de</strong>spidiéndose <strong>de</strong> sus discípu<strong>los</strong>: “Este es mi cuerpo…<br />

Esta es mi sangre…”. El canibalismo y el vampirismo como formas <strong>de</strong><br />

fraternidad, como liturgias en las cuales incorporamos al otro <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> nosotros para siempre. Ana me dijo:<br />

—El mundo sería mucho mejor si el resto <strong>de</strong> la gente fuera como<br />

tú.<br />

Era una frase muy bella, muy generosa. No la olvidé. <strong>La</strong> prueba es<br />

que aquí estoy, viejo, escribiéndotela en esta carta que ya casi llega a<br />

su fin.<br />

Ana salió <strong>de</strong> la clínica cuando yo estaba por cumplir el segundo<br />

mes <strong>de</strong> terapia. Nos <strong>de</strong>spedimos con un abrazo fuerte y prolongado, y<br />

fui al parquea<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la clínica a <strong>de</strong>cirle adiós con la mano. Iba en el<br />

carro <strong>de</strong> su madre, en el puesto <strong>de</strong>l copiloto. Vi que lloraba y se me<br />

hizo un nudo en la garganta.<br />

Una semana <strong>de</strong>spués, la mataron en el centro <strong>de</strong> Bogotá. <strong>La</strong><br />

policía hizo una redada en un bar subterráneo don<strong>de</strong> se reunían<br />

varios vampiros como Ana a beber sangre humana. <strong>La</strong> conseguían<br />

por donaciones <strong>de</strong> amigos o la suministraban el<strong>los</strong> mismos, <strong>los</strong><br />

clientes, para alimentarse <strong>los</strong> unos a <strong>los</strong> otros, chico sacó una navaja<br />

y la policía empezó a disparar indiscriminadamente. Uno <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

www.lectulandia.com - Página 95

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