12.09.2018 Views

La melancolia de los feos - Mario Mendoza

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso grabado: La Melancolía. El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler, lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto, sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la furia de los océanos.

León Soler es un psiquiatra soltero y sin hijos que se acerca a los
cuarenta años y sigue atrapado en una rutina poco feliz y carente
de brillo. Vive apenas obsesionado con su profesión, hasta que
una mañana recibe una extraña carta en su consultorio. Va sin
remitente y tiene el dibujo de un murciélago que sostiene un letrero
con el mismo término que usó el artista Durero en su famoso
grabado: La Melancolía.
El contenido de esa y futuras correspondencias sacudirán a Soler,
lo llevarán al pasado de su niñez y lo moverán emocionalmente en
el presente para tratar de encontrar a su viejo amigo, Alfonso
Rivas, un hombre deforme, enano y jorobado que le ha devuelto,
sin saberlo, el favor más grande: salvarlo del extravío como solo un
navegante es capaz de encontrarse a sí mismo mientras sortea la
furia de los océanos.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CAPÍTULO III<br />

–<br />

ADIÓS A CIUDAD GÓTICA<br />

1.<br />

A la mañana siguiente, me di cuenta <strong>de</strong> que estaban pendientes aún<br />

algunos puntos por resolver: tenía que investigar el allanamiento hecho<br />

por la policía en el bar <strong>de</strong> vampiros en el centro <strong>de</strong> Bogotá; tenía que<br />

avisar a la policía y dar por <strong>de</strong>saparecido a Alfonso; y finalmente tenía<br />

que revisar mis ahorros y conseguir un investigador privado que buscara a<br />

mi amigo. Decidí empezar por el segundo punto y me dirigí a una<br />

comisaría, le conté toda la historia a un teniente que estaba a cargo (evité<br />

<strong>los</strong> nombres <strong>de</strong> Fanny y <strong>de</strong> Claudia), y le dije que temía por la vida <strong>de</strong> este<br />

viejo compañero <strong>de</strong> niñez. Llené <strong>los</strong> formularios y firmé una hoja con mis<br />

datos por si la policía daba con él y necesitaba llamar a alguien para<br />

informarle <strong>de</strong> su para<strong>de</strong>ro.<br />

En <strong>los</strong> ratos libres que me <strong>de</strong>jaba el hospital, revisé por Internet <strong>los</strong><br />

artícu<strong>los</strong> sobre la matanza <strong>de</strong> vampiros y, en efecto, aparecía el nombre <strong>de</strong><br />

Ana como una <strong>de</strong> las víctimas. No había nada distinto <strong>de</strong> lo que había<br />

escrito Alfonso en su carta, salvo que en una nota al día siguiente, en un<br />

recuadro pequeño que hacía referencia al entierro <strong>de</strong> Ana, la periodista<br />

había entrevistado a su novio, un tal James López, latino norteamericano<br />

que llevaba con Ana una relación estable <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía un año. Me pareció<br />

curioso que ella no nombrara a ese individuo en el diario, aunque, para ser<br />

exactos, yo solo había leído unos párrafos y eso no era suficiente para<br />

hacerse una i<strong>de</strong>a completa <strong>de</strong> lo que ella opinaba sobre otros asuntos u<br />

otras personas. Volví a llamar a su casa y le pedí el favor a su madre <strong>de</strong><br />

que me diera el teléfono <strong>de</strong> James y su dirección para entrevistarlo. Me<br />

contestó con cierta sorna:<br />

—Le doy el celular, doctor Soler, porque él no tiene resi<strong>de</strong>ncia fija.<br />

—¿No vive aquí en el país? —pregunté con una ingenuidad imbécil <strong>de</strong><br />

la cual me arrepentí enseguida.<br />

—No, no es eso. Lo que pasa es que James es nómada.<br />

—No le entiendo.<br />

www.lectulandia.com - Página 131

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!