Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />
llora al recordar <strong>la</strong>s madres locas, retorciéndose los brazos, buscando a sus hijos; vi a una que<br />
con un pequeño cadáver entre <strong>la</strong>s manos, dudaba todavía, intentaba arreg<strong>la</strong>r los colgajos <strong>de</strong><br />
carne sobre el rostro <strong>de</strong>strozado <strong>de</strong>l niño.<br />
Jehovah. – Pero esas madres han venido o vendrán al cielo. Serán recompensadas.<br />
Jesús. – No, Padre. Nuestra eternidad gloriosa no <strong>la</strong>s paga lo que han sufrido. No <strong>la</strong>s<br />
curaremos nunca. Nunca olvidarán, ni siquiera a tu <strong>la</strong>do. Y a<strong>de</strong>más, ¿para qué tales horrores?<br />
Nadie te ha atribuido los terremotos. Nadie ha reconocido en ellos, allá abajo, los efectos <strong>de</strong> tu<br />
venganza.<br />
Jehovah. – ¿Es posible?<br />
Jesús. – Sí; <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cirte <strong>la</strong> verdad que te ocultan tus cortesanos. Ahora los hombres se lo<br />
explican todo.<br />
Jehovah. – ¡La misma frase feroz! Sin embargo, aún hago mi<strong>la</strong>gros. ¿Acaso niegan los mi<strong>la</strong>gros<br />
<strong>de</strong> Lour<strong>de</strong>s?<br />
Jesús. – No los niegan.<br />
Jehovah. – ¡Ya ves!<br />
Jesús. – No lo niegan; los explican. Los explican tan perfectamente, que sin Ti seguirían<br />
explicándose.<br />
Jehovah. – ¡Oh! ¡Cosa insoportable! ¡Existir, existir como Yo existo, y no po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>mostrar mi<br />
existencia! Hijo mío…<br />
Jesús. – ¿Padre?<br />
Jehovah. – ¿Qué te parece si sacáramos <strong>de</strong>l Purgatorio algunas almas en pena, aunque sea<br />
contra nuestros reg<strong>la</strong>mentos penitenciarios, y <strong>la</strong>s mandáramos a <strong>la</strong>s habitaciones terrestres,<br />
para asombrar y espantar a los pecadores? Nos dio esta medida excelentes resultados hace<br />
pocos siglos.<br />
Jesús. – También los hombres se explican sin Tu intervención los fantasmas. Hasta los<br />
fotografían.<br />
Jehovah. – Jesús, Jesús, leo en tu mirada una fatal sentencia… ¿Será cierto?<br />
Jesús. – Sí, Padre, tu reino ha concluido.<br />
Jehovah. – No, no me resignaré.<br />
Jesús. – Reinaste por miles <strong>de</strong> años.<br />
Jehovah. – ¿Y qué es eso? Un minuto, un relámpago. ¡Ay! Soy Eterno. Siempre me resta una<br />
eternidad sin corona. Soy Eterno y débil. No me siento con fuerzas para crear otro Universo.<br />
Jesús. – Contentémonos con éste. Es muy malo, pero cada vez menos malo. Le tengo cariño<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que <strong>de</strong>scendí a él y en él sucumbí. Tú ignoras los dolores humanos; yo no. Por eso no<br />
vaci<strong>la</strong>s en castigar, ni en perdonar vacilo yo. Por eso tu reino concluye y el mío empieza.<br />
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