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Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />

sino los engañosos reflejos en que me <strong>de</strong>jaba a mí. Yo leía tal piedad en <strong>la</strong>s pocas y profundas<br />

miradas que caían <strong>de</strong> sus cavadas órbitas. Sin fuerzas ya para levantar el lápiz, todavía<br />

consiguió legarme parte <strong>de</strong> su espíritu, que atado siempre a <strong>la</strong>s raíces <strong>de</strong> un pasado<br />

inmemorial, se abría a <strong>la</strong>s inminentes y <strong>de</strong>finitivas reve<strong>la</strong>ciones. La voz tenue <strong>de</strong> Alberico y los<br />

gestos lentos <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>dos, pálidos y f<strong>la</strong>cos como aristas <strong>de</strong> marfil, bastaron a transmitirme<br />

algunas fórmu<strong>la</strong>s que he recogido con filial solicitud.<br />

“No se preocupe al verme separado <strong>de</strong> mis amigos y <strong>de</strong> mis semejantes, y extraviado en una<br />

región ajena a mis costumbres. Voy a morir, lo que anuncia que voy a ser investido <strong>de</strong> nuevos<br />

privilegios, que voy a recibir nuevas armas para dominar el espacio y el tiempo, tan<br />

abrumadores aquí abajo. Una vez libre, volveré a los bellos instantes <strong>de</strong> <strong>la</strong> carrera concluida;<br />

visitaré a los nobles compañeros <strong>de</strong> viaje. Morir es el medio mejor <strong>de</strong> unirnos a los vivos.<br />

“Sólo envejecen los viejos; <strong>la</strong> juventud es eterna. Los que han vivido verda<strong>de</strong>ramente no<br />

pue<strong>de</strong>n ser aniqui<strong>la</strong>dos. Ni son <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s <strong>la</strong>s que apagan <strong>la</strong> luz, ni es <strong>la</strong> muerte capaz <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>tener a <strong>la</strong> vida. Tiemblen a <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte los que vivieron muertos, pero no nosotros.<br />

“La muerte es una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s puertas que dan a <strong>la</strong> realidad invisible. Los hombres que no tienen<br />

más que ojos <strong>de</strong> carne, los sabios, según me has contado, aña<strong>de</strong>n a los ojos <strong>de</strong> carne ojos <strong>de</strong><br />

vidrio, se figuran que lo invisible no existe. Así, en un or<strong>de</strong>n grosero, necesitaron siglos y siglos<br />

para <strong>de</strong>scubrir que existía el aire que respiraban. La vida es un aire sutil, invisible y veloz, cuyos<br />

remolinos agitan un instante el polvo que duerme en los rincones. El inmortal torbellino pasa,<br />

torna a <strong>la</strong> pura atmósfera, torna a ser invisible, y el polvo se <strong>de</strong>sploma inerte en su rincón. Los<br />

sabios no ven más que el polvo: palpan minuciosamente los cadáveres.<br />

“Consi<strong>de</strong>ro que tus obras son efímeras. Las acabas con impaciencia, y <strong>la</strong>s <strong>de</strong>spi<strong>de</strong>s <strong>de</strong> tu <strong>la</strong>do<br />

para que cump<strong>la</strong>n no sé qué misión exigente y fútil. No te expongas a que sucumban a su<br />

misma insignificancia, lejos <strong>de</strong> quien <strong>la</strong>s engendró. No seas <strong>de</strong> esos padres malditos que<br />

sobreviven a su prole. La única obra importante es <strong>la</strong> propia vida. Encierra su armonía en el<br />

interior <strong>de</strong> tu ser. Concentra su aroma en el fondo <strong>de</strong>l frasco; al morir perfumarás el mundo. No<br />

llegues vacio a <strong>la</strong> muerte. No permitas que se <strong>de</strong>sgajen tus ramas. Guarda tus frutos hasta que<br />

<strong>la</strong> madurez extrema los haga inclinarse al suelo. Lícito es el amor con que intentamos copiar los<br />

misterios interiores sobre el papel y el lienzo, y mol<strong>de</strong>arlos en mármol y en bronce; mas no<br />

creas que tu <strong>la</strong>bor visible es <strong>la</strong> más trascen<strong>de</strong>nte, ni que está en tus manos mortales aumentar<br />

<strong>la</strong> riqueza espiritual. El pensamiento, al tomar forma, se resigna a <strong>la</strong> pesa<strong>de</strong>z y a <strong>la</strong> inercia <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

materia en que se cuaja; cuando perdura palpitante y oculto en nuestros sueños, son más<br />

po<strong>de</strong>rosas sus a<strong>la</strong>s invisibles.<br />

“No te propongas convencer, sino conmover. Lo esencia no es saber, sino soñar. La verdad no<br />

se <strong>de</strong>muestra. Se sueña. Sólo se <strong>de</strong>muestra <strong>la</strong> mentira. Si naciste para ello, haz soñar a los<br />

hombres y no <strong>de</strong>sees que sueñen lo que tú.<br />

“Sé paciente con los malos, con los que no salieron <strong>de</strong> <strong>la</strong> infancia. Cuanto más estúpidos y<br />

crueles sean los hombres, tanto más necesitarán <strong>de</strong> tu compasión, y tanto más provechoso<br />

será compa<strong>de</strong>cerlos.<br />

“Piensa todos los días en <strong>la</strong> muerte, y tu obra resp<strong>la</strong>n<strong>de</strong>cerá <strong>de</strong> vida”.<br />

----------<br />

Una noche, Alberico se extinguió dulcemente. Como, a mi regreso a <strong>la</strong> capital, he notado que <strong>la</strong><br />

mayoría <strong>de</strong> mis lectores suponen ser este curioso personaje invención mía, sospecho que no<br />

hal<strong>la</strong>rán crédito los fenómenos extraños que acaecieron durante <strong>la</strong> noche mencionada, y que<br />

constan a continuación: no se logró encen<strong>de</strong>r en <strong>la</strong> casa lámpara, candil, hogar, ni fuego, ni<br />

l<strong>la</strong>ma algunos, en contradicción con el estado <strong>de</strong>l tiempo se esparció una nieb<strong>la</strong> ligera por<br />

varios kilómetros a <strong>la</strong> redonda; esta nieb<strong>la</strong>, a pesar <strong>de</strong> no haber luna, <strong>de</strong>spedía una c<strong>la</strong>ridad<br />

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