Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
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– ¡Pobre animal!<br />
“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />
No, <strong>la</strong> humanidad no es tan ma<strong>la</strong>.<br />
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El agra<strong>de</strong>cimiento. – Tenía el bandolero un trabuco, dos pisto<strong>la</strong>s, un cuchillo <strong>de</strong> monte, y en el<br />
camino a nadie se veía.<br />
Le di el reloj, los gemelos, el alfiler <strong>de</strong> corbata y cuanto dinero llevaba. No se contentó, y le di mi<br />
traje, mi sombrero y mis zapatos. Pero también le gustó mi ropa b<strong>la</strong>nca.<br />
Al re<strong>la</strong>jarme, <strong>de</strong>snudo, le dije con los ojos llenos <strong>de</strong> lágrimas <strong>de</strong> gratitud:<br />
– ¡Le <strong>de</strong>bo <strong>la</strong> vida!<br />
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La ciencia. – En uno <strong>de</strong> mis viajes lejanos, <strong>de</strong>scubrí una is<strong>la</strong>.<br />
De vuelta, visité a un célebre geógrafo. Me oyó, consultó <strong>la</strong>rgamente libros y p<strong>la</strong>nos, y me dijo:<br />
– La is<strong>la</strong> que ha <strong>de</strong>scubierto usted no existe. No está en el mapa.<br />
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La madre. – Un gripo <strong>de</strong> angustia suena en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche.<br />
La madre amorosa <strong>de</strong>spierta sobresaltada.<br />
El grito se oye nuevamente, más débil y más <strong>de</strong>sesperado.<br />
– No es en casa -balbucea sonriendo <strong>la</strong> madre, y se vuelve a dormir.<br />
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Los here<strong>de</strong>ros. – El padre murió.<br />
Los hijos le cerraron los ojos.<br />
Pero le abrieron <strong>la</strong> boca y le arrancaron <strong>la</strong>s mue<strong>la</strong>s, porque en el<strong>la</strong>s había oro.<br />
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La virtud. – Las monjas <strong>de</strong>l convento criaban gallinas.<br />
Pero el gallo resulto tan casto, que hubo que matarlo y traer otro.<br />
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Los íntegros. – El político: Yo soy in<strong>de</strong>pendiente. No tengo compromiso con ningún partido.<br />
Estoy con todos ellos, a medida que ocupan el po<strong>de</strong>r.<br />
El juez. – Yo soy como usted. Mis sentencias, cuando se trata <strong>de</strong> asuntos en que no estoy<br />
interesado, son inatacables.<br />
El general. – Yo soy también así. Para ponerme <strong>de</strong>l <strong>la</strong>do <strong>de</strong>l más fuerte, no necesito saber<br />
quién es.<br />
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La disciplina. – El pueblo se había levantado en armas.<br />
Cayeron muchos prisioneros. Un soldadito recibió or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> fusi<strong>la</strong>r a su padre y a sus dos<br />
hermanos.<br />
Como el viejo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>scarga, se movía aún, el soldadito le tuvo que rematar <strong>de</strong> un<br />
ba<strong>la</strong>zo en el oído.<br />
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