Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />
El ajedrez es un exquisito equilibrio entre el razonar inflexible y <strong>la</strong> iniciativa personal. Los <strong>de</strong>más<br />
juegos están <strong>de</strong>sequilibrados. El <strong>de</strong> damas, y que me perdone Edgar Poe, es pobrísimo. El<br />
ajedrez es a un tiempo lírico y dialéctico. Hay problemas tan profundamente elegantes como un<br />
tema <strong>de</strong> Bach. Hay partidas -<strong>la</strong> “Inmortal” <strong>de</strong> An<strong>de</strong>rsson- tan soberanas como un soneto <strong>de</strong><br />
Heredia. Acaso jueguen algunos por vanidad, por prurito agresivo; yo creo que cuando se ha<br />
logrado cierto dominio <strong>de</strong>l tablero no se juega sino por admiración hacia <strong>la</strong>s bellezas<br />
inagotables <strong>de</strong>l ajedrez. La pa<strong>la</strong>bra juego es muy chica para una cosa tan gran<strong>de</strong>. Me felicitaría<br />
<strong>de</strong> que los uruguayos, a ejemplo <strong>de</strong> los argentinos, empezaran a cultivar un arte cuyo noble<br />
ingenio les ha <strong>de</strong> seducir. Descansarían así <strong>de</strong> los <strong>de</strong>portes a <strong>la</strong> moda, <strong>de</strong>masiado materiales,<br />
<strong>de</strong> los toros, <strong>de</strong>l fútbol, <strong>de</strong> los caballos y… <strong>de</strong>l amor.<br />
Permítanme escribir Buddha…<br />
BUDA<br />
Yo sentía un grave respeto hacia Buddha, el Cristo-Esfinge <strong>de</strong> ojos oblicuos y cara redonda, el<br />
dios filósofo encaramado sobre una cordillera <strong>de</strong> razas y <strong>de</strong> siglos. Le respetaba porque los<br />
dioses ajenos suelen merecer más crédito que los propios, a quienes conocemos <strong>de</strong>masiado<br />
bien. El mecanismo <strong>de</strong> ciertos trusts católicos, como el <strong>de</strong> San Antonio <strong>de</strong> Padua o el <strong>de</strong>l<br />
Sagrado Corazón, abusa <strong>de</strong> nuestra credulidad; el Papa funciona excesivamente cerca y a <strong>la</strong><br />
vista y compren<strong>de</strong>mos lo difícil que <strong>de</strong>be <strong>de</strong> serle a un sacerdote conservarse cristiano. En<br />
cambio <strong>la</strong> India, China, los enormes y sagrados libros en idiomas ilegibles, nos garantizaban un<br />
misterio suficiente a los que no somos filólogos ni globe-trotters. A<strong>de</strong>más, Buddha era una<br />
divinidad conciliadora, que no se enojaba nunca; hay buddhistas ateos, muy religiosos y muy<br />
razonables. Y luego Buddha se atrevía a existir, se reencarnaba con frecuencia, no tenía reparo<br />
en visitar <strong>la</strong> tierra don<strong>de</strong> había nacido. Era más humano, más amigo nuestro que esos dioses<br />
<strong>de</strong> poco ánimo, que parecen rehuir responsabilida<strong>de</strong>s, y que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su primera excursión<br />
por aquí no han vuelto más.<br />
Verdad que <strong>la</strong> reencarnación <strong>de</strong> Buddha se encastil<strong>la</strong>ba en el corazón <strong>de</strong>l Thibet (¿me <strong>de</strong>jan<br />
ponerle una “h” a Tibet, no?), en Lasa, en el pa<strong>la</strong>cio inmenso <strong>de</strong>l Pota<strong>la</strong>, y no hubo, durante<br />
cientos y cientos <strong>de</strong> años, quien asentara su extranjero pie en aquel g<strong>la</strong>cial Sinaí, erizado <strong>de</strong><br />
fortalezas-conventos, hasta que Ing<strong>la</strong>terra mandó allá al coronel Younghusband en 1904.<br />
¿Habrá alto tan iconoc<strong>la</strong>sta como un coronel inglés? Younghusband no arrasó <strong>la</strong>s montañas<br />
santas: no tuvo tiempo; pero entró en Lasa, y arrasó <strong>la</strong> mitad <strong>de</strong> mis ilusiones. El Gran Lama, el<br />
Da<strong>la</strong>í Lama, el Sumo Pontífice, Buddha en fin, huyó a China. Y ahora me <strong>de</strong>spido <strong>de</strong> <strong>la</strong> otra<br />
mitad; molestado por los chinos, Buddha, “mi” Buddha, ha tomado <strong>la</strong>s <strong>de</strong> Vil<strong>la</strong>diego y se ha<br />
refugiado en <strong>la</strong> India Inglesa.<br />
Hemos sabido <strong>de</strong>talles <strong>la</strong>mentables. Por ejemplo, que había en Lasa dos reencarnaciones <strong>de</strong><br />
Buddha, el Da<strong>la</strong>i Lama, y el Ta-shi Lama; ésta, según dicen, “<strong>de</strong> or<strong>de</strong>n inferior”. Los teósofos se<br />
han tirado <strong>de</strong> los pelos, pues con arreglo a sus teorías dos reencarnaciones simultáneas <strong>de</strong> un<br />
mismo ser son cosa imposible. Yo no me apuro por eso; lo que me <strong>de</strong>sanima es que los dos<br />
Buddhas se hacían una guerra <strong>de</strong>l diablo, gracias a <strong>la</strong>s intrigas <strong>de</strong> Pekín. El Da<strong>la</strong>i Lama actual<br />
ha alcanzado <strong>la</strong> edad <strong>de</strong> 35 años; se asegura que es una excepción entre los Sumos Pontífices,<br />
que por lo común <strong>de</strong>saparecen a los 18. A los 18 años, en efecto el Gran Lama es investido <strong>de</strong><br />
los po<strong>de</strong>res espirituales y temporales que durante su menor edad ejercen los Lamas o<br />
Ministros. Se prefiere entonces que el Buddha fallezca, y su espíritu se reencarne en cualquier<br />
bebé <strong>de</strong>l país, <strong>de</strong>scubierto por reve<strong>la</strong>ción mi<strong>la</strong>grosa… El postrer Buddha, más ingenioso que<br />
sus pre<strong>de</strong>cesores, malquistó entre sí a los Lamas, y consiguió arrebatarles el mando.<br />
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