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Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />

Contrario a todo elemento activo, el suicidio es odiado y perseguido por <strong>la</strong> razón y por <strong>la</strong> fe.<br />

Mientras haya un hombre que se mate, <strong>la</strong> humanidad está amenazada. Cada suicidio es un<br />

remordimiento para todos, una <strong>de</strong>sconfianza <strong>de</strong>l futuro, una inquietud pertinaz <strong>de</strong> que hay que<br />

curarse a toda costa. Cuando en Esparta empezaban a suicidarse <strong>la</strong>s vírgenes, un sabio<br />

legis<strong>la</strong>dor dispuso que los cadáveres <strong>de</strong>snudos fueran públicamente expuestos, y así cortó<br />

radicalmente el mal. El pudor dio hijos a <strong>la</strong> patria. Pero ¿qué remedio encontrar al suicidio<br />

mo<strong>de</strong>rno, que es ya casi un hábito social y recuerda el frenesí funerario <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia<br />

romana? En los corazones principio <strong>de</strong> siglo no quedan <strong>la</strong>s virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una pieza, sil<strong>la</strong>res <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

costumbres, y el infinito firmamento está vacío <strong>de</strong> promesas y <strong>de</strong> dioses. El suicidio <strong>de</strong> ahora,<br />

múltiple y fugitivo como <strong>la</strong> <strong>de</strong>mocracia misma, parece una <strong>de</strong> esas vegetaciones malignas que<br />

reve<strong>la</strong>n en los cuerpos <strong>de</strong>generados <strong>la</strong> próxima corrupción <strong>de</strong> los tejidos.<br />

A esta época le falta serenidad. Vaci<strong>la</strong>mos bajo <strong>la</strong> masa cada minuto más enorme <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciencia<br />

positiva. Los fenómenos físicos, que por fin han entrado en nuestros ojos y se han insta<strong>la</strong>do en<br />

nuestro pensamiento, aúl<strong>la</strong>n en torno <strong>de</strong> nosotros y nos enloquecen. Queremos ajustar nuestra<br />

conducta a <strong>la</strong> fría y brutal realidad objetiva, y vio<strong>la</strong>mos <strong>la</strong> antigua y armónica dignidad <strong>de</strong><br />

nuestras personas. Por nuestra mente dislocada cruzan espectros <strong>de</strong>lirantes, y no<br />

reflexionamos como hombres, sino que corremos como máquinas. Somos ya incapaces <strong>de</strong><br />

contemp<strong>la</strong>r <strong>la</strong> vida con el amor inteligente y tranquilo <strong>de</strong> los que hicieron <strong>de</strong>l Mediterráneo <strong>la</strong><br />

cuna <strong>de</strong> <strong>la</strong>s razas elegantes y <strong>la</strong> fuente <strong>de</strong> toda belleza; somos incapaces aún <strong>de</strong> contemp<strong>la</strong>r <strong>la</strong><br />

muerte con p<strong>la</strong>ci<strong>de</strong>z, y <strong>de</strong> sacar <strong>de</strong> el<strong>la</strong> nuevos argumentos para vivir y nuevas imágenes para<br />

ennoblecernos.<br />

Nuestras re<strong>la</strong>ciones con <strong>la</strong> muerte se reducen a una higiene pedante, meticulosa y mezquina,<br />

inspirada por el miedo práctico que nos distingue <strong>de</strong> <strong>la</strong>s generaciones pasadas, y a una<br />

<strong>de</strong>mencia pasajera, engendradora <strong>de</strong> suicidios vulgares. La muerte, a semejanza <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más<br />

augustas leyes naturales, merece ser tratada con más elevación, y, ¿por qué no <strong>de</strong>cirlo?, con<br />

más religiosidad. Paulina, mujer <strong>de</strong> Séneca, quiso morir como él, pero <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Nerón le<br />

cerraron a tiempo <strong>la</strong>s venas. Conservó siempre una pali<strong>de</strong>z mortal. Que un poco <strong>de</strong> esa<br />

sagrada pali<strong>de</strong>z purifique nuestras frentes, <strong>de</strong>masiado inclinadas a <strong>la</strong> fútil conquista <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

política y <strong>de</strong>l dinero.<br />

REVOLUCIONES<br />

Es en <strong>la</strong> América Latina excesivamente raro todavía que los partidos caigan <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r en el<br />

par<strong>la</strong>mento o en <strong>la</strong>s elecciones. Para ese comercio <strong>de</strong>mocrático los gobiernos disponen <strong>de</strong>l<br />

tesoro, y por lo común consi<strong>de</strong>ran <strong>de</strong>ber sagrado agotar los dineros <strong>de</strong>l país antes que<br />

renunciar a seguir haciéndolo dichoso. La revolución ha surgido como un procedimiento normal,<br />

que favorecieron el carácter, <strong>la</strong> topografía y <strong>la</strong> industria. Con el criollismo ecuestre y<br />

trashumante, lo primitivo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s comunicaciones y <strong>la</strong> hacienda que se encontraba en el camino y<br />

que permitía renovar los montados y preparar el churrasco diariamente, fue fácil hacer política<br />

opositora. Una revolución resulta más barata que una campana electoral. El único gasto<br />

imprescindible es el armamento. Los <strong>de</strong>más son paga<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> salvar a <strong>la</strong> patria. Se<br />

compren<strong>de</strong> que haya habido gentes ocupadas sin <strong>de</strong>scanso en salvar a <strong>la</strong> patria por este<br />

sistema; así Bentos Xavier, que durante muchos años llevó “revoluciones” a Mato Grosso con<br />

regu<strong>la</strong>ridad imp<strong>la</strong>cable. Algunos pesimistas hab<strong>la</strong>n <strong>de</strong> bandolerismo, lo que me parece injusto.<br />

La diferencia entre una correría <strong>de</strong> bandoleros y una correría <strong>de</strong> patriotas es cuestión <strong>de</strong> éxito, y<br />

hasta hace poco <strong>la</strong>s revoluciones solían tener buen éxito. A veces bastaba un conato<br />

subversivo, con suerte en los primeros choques; los combatientes <strong>de</strong>scubrían <strong>de</strong> pronto que<br />

eran hermanos, lloraban, se abrazaban y se repartían los puestos públicos, quod erat<br />

<strong>de</strong>mostradum. Una revolución, en fin, si acaso no lo es ya, era negocio, y para fletarlo se<br />

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